Capitulo once: vueltas

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Creía que me iba a morir por el dolor que sentía, no sólo por lo que ese asqueroso me había hecho si no por el dolor de cabeza.
Comencé a gritar, me apreté fuerte la cabeza, y lloraba de la impotencia. Mi cuerpo era solo estorbo.
Escuché que golpearon fuerte la puerta, advirtiéndome de que me callara. Pero yo seguí gritando, hasta que entró un hombre gordo.

-¿Te vas a callar o te callo?- me advirtió.

-¿Qué más me harás? Asqueroso- intenté alzar la cabeza para verlo, pero un dolor en la columna me dejó tirada en el suelo. -Te vas a aprovechar de una pobre desvalida ¿así es como has saciado tus deseos? ¡Asqueroso!- escupí en sus zapatos. Intenté levantarme, aún pesé al dolor. Me apoye en mis muslos, y lo miré.

-Bien- me volvió a tirar y me bajó los pantalones. Yo pataleaba a pesar de todo, y gritaba.

-¡AYUDAAAA! ¡AYUDAAAA!- me puso un pañuelo en la boca y me obligó a mantener los brazos quietos. Mientras intentaba quitarme las bragas.
Escuché que alguien corría y entraba a la sala, sentí que me quitaba un peso de encima.

-¿Qué diablos haces con ella, maldito?- era Freddie -Es mía, yo soy el único que la toca. Avísale a todos ¿entiendes?- el otro hombre salió corriendo y Freddie apareció en mi campo visual -Hey nena ¿estás bien?- yo le escupí en la cara y él se rió de una manera enferma -Bien, ya nos veremos mañana o esta tarde. Según mis deseos me guíen. Adiós- cerró la puerta y yo me senté, con la pierna herida recta.

De hecho pasaron varios días desde que estaba ahí, me pasaban comida y Freddie venía a hacer sus cosas. Nada cambiaba, yo me sentía incómoda en mi piel, ya no sentía nada, mi único pensamiento era morirme.
Si me mataba ahora sería feliz, por eso buscaba razones para que lo hiciera. Pero él sabía que ese era mi mayor deseo y como ya había encontrado un juguete, no me mataría, obviamente.

Un día sorpresivamente un chico entró, empujado por otros dos. Lo amenazaron y le dieron una paliza, luego se fueron dejándolo ahí. Yo me quedé en un rincón de la habitación, donde pudiera ver cada movimiento que hiciera.

-Que hostia me han dado- comenzó a reírse -Por lo menos no me han matado. Eh guapa ¿cómo te llamas?- lo miré con cara de asco y me quedé callada -Así que no hablas, nena. Bueno yo sí y mucho. Los Apocalipsis no nos callan- se acercó un poco y mi corazón comenzó a latir fuertemente. Me preparé para atacarlo. Pero a cambio me tiro una manzana -He conseguido unas frutas amiga mía- sacó otra de su bolsillo y se la comió -Afuera todo es un caos, están matando a un montón de gente. Suerte que estamos aquí.

-¿Suerte? ¿Tú crees que esto es suerte? ¿Estar en este maldito hoyo?- le tiré la manzana de vuelta -¿Porqué diablos creerías algo cómo eso?

-¿Estás viva o no? Vivir es lo que importa.

-¿Qué tiene de especial vivir?

-Aunque sea una tontería, podría ser el descubridor contra una cura o ayudar a una familia a salir de esta. Porque a ti te pasen malas cosas, los demás no tienen la culpa- le dio un mordisco a su manzana y me sonrió -No te lamentes, ya huiremos de aquí. A mí, nadie me roba la esperanza. Por algo estoy sobreviviendo.

-Hablas mucho- me quejé

-Me lo han dicho- se comenzó a reír -Por eso conquistó a muchas chicas- me sonrió y yo simplemente lo miré con asco.
Después de un rato de estar callados me tumbe en el suelo, y cerré los ojos.

-Puedes dormir, yo te protejo- se me erizo la piel, y me recorrió un frío por la espalda.
Pero no sé por alguna razón, me sentía segura. Probablemente era su compañía y esas simples palabras. Me ayudaron a dormir tranquila, durante un rato.

Grimes {Carl y tú} (CANCELADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora