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 Era sábado, el día de la fiesta de los abuelos de Steven.
Quedó en pasar por mi a las 9 de la noche. Mi camisa roja que tenía tantos meses de comprada como sin estrenar, veía la luz nuevamente, una jean comprado a la tarde para la fiesta y mis adoradas botas. Mi cabello castaño suelto, algo de maquillaje en mi rostro y estaba lista para la ocasión.
El otoño tenía sus días fríos y calurosos, esa noche el clima no molestaba.
Mi padre le abrió la puerta y lo hizo esperar en la sala mientras charlaban sobre deportes y la escuela.
Al bajar por las escaleras, me miró algo sorprendido y solo dijo "Te ves bien" ya que sabía que mi padre era algo celoso aunque él fuese mi amigo.
Fuera de casa cambió su versión de que me veía bien.

Steven: -En realidad, estas más hermosa de lo que esperaba verte- sonreí.

Llegamos a la casa de sus abuelos pero estaba completamente a oscuras por dentro. Solo afuera había luces.

Clare: -Todavía no vino nadie?
Steven: -Somos los primeros en llegar.
Clare: -De verdad?
Steven: -Algo así

Algo así? que quería decir con eso?
Abrió la puerta con llave propia. Todo desde un principio tenía que haberme parecido raro.
Lo confirmaba nuevamente: toda la casa a oscuras y no había nadie, ni siquiera había olor a comida o música, nada.

Clare: -Steven... de verdad esto es...
Steven: -Sssshhh...- puso su dedo índice sobre mis labios -no hay tal fiesta. Solo estamos tú y yo solos.
Clare: -Pero... tus abuelos...- genial, estaba a punto de morir de un ataque de nervios.
Steven: -Ah... si, ellos... los maté para quedarme con su casa. Viejos odiosos.
Clare: -Qué?!- grité horrorizada.
Steven: -Es broma, cálmate. Ellos si, cumplen 50 años de casados, pero han viajado para festejarlo, no vuelven hasta dentro de un mes. Así que...- corrió mi flequillo con ambas manos ubicándolo detrás de mis orejas despejando mi cara -nadie podrá interrumpirnos.

Su boca y la mía nuevamente se unían pero esta vez, no era un beso cualquiera, era diferente, lo sentía así. Fogoso, intenso, con alguna que otra mordida suave, y su lengua, Dios, amaba ese tipo de besos, eso me encendió de sobre manera. Se separó de mi despacio, tomó mi mano y me llevó a una de las habitaciones.

-Solo, abre la puerta.

Y así lo hice. Iluminada con velas, inundada en un hermoso aroma... que era todo eso? Realmente lo había preparado él para ambos?

-Te gusta?- lo miré desconcertada.
-Todo esto... lo hiciste tú solo?
-Si... cuesta creerlo, no? pero si...

Aquel Popcorn frío, terco, insensible, se había tomado su tiempo para adornar un cuarto de una estilo romántico, con todo lo que se podía sorprender a una mujer. Que era lo que pasaba?
Se acercó y me tomó por detrás, presionándome contra él. Su respiración en mi cuello hacía que se me erizara la piel. No pude soportarlo, me dí la vuelta y lo besé con tantas ganas como mis mandíbulas me permitían. Nos abrazamos fuertemente mientras ese largo y apasionado beso continuaba. Me hizo caminar hacia atrás y caímos sobre la cama.

-Hazme tuya, Steven...- sentí su risa ligera.

Con sus manos fuerte y varoniles, desabotonaba lentamente mi camisa. Sentir su caricias sobre mi piel me estremecía por completo.
Mi primera vez con quién había sido mi mejor amigo... aunque ya casi no lo sentía así, ni amigo ni amor, algo que estaba en medio pero no sabía bien que era.
Sus labios pasaron de mi boca por mi mentón a mi cuello, dio besos cortos para quedarse pasado sus labios y su lengua hasta mis clavículas. Gemía despacio. Jugaba con mi cintura y bajó hasta mi cadera, al borde de mis jeans acariciándome despacio todo alrededor de las cintura de la prenda. Me descalzó los pies y subió apretándome desde mis tobillos hasta mis muslos.
Me sentía especial, un momento único.
Se deshizo de su camisa, y más que nunca, me parecía lo más sensual que ví en mi vida. Atrás quedaba esa sensación de no moverme un pelo al verlo con el torso desnudo. Me hizo sentir su calor pegándome a su cuerpo sin demasiada prisa. Se deshizo de mi camisa mientras se sacaba el pantalón lentamente, luego, hizo lo mismo con el mío. Quedar en ropa interior me hizo poner algo nerviosa por ver su enorme erección pero reafirmaba mi intención de que él fuese el primer hombre en mi vida.
Caminamos hasta la cama y me recosté lentamente, lo miraba algo insegura, pero sus besos nuevamente me hicieron sentir más confiada. Desprendió mi brasier, se quedó observándome unos minutos mientras me mordía el labio inferior, acarició y besó mis pechos con pasión desmedida. Jugaba con mis pezones con la punta de su lengua y eso me excitaba por completo.Lo tomé de la cabeza presionándolo contra ellos mientras arqueaba mi espalda. Seguía sin poder creer que aquello realmente estaba sucediendo. Sentía que me mojaba hasta que él puso su mano sobre mi braga y me lo hizo saber.

-Estás húmeda- sentí algo de vergüenza -quieres más de esto? -asentí nerviosa.

Su boca rodaba por mi torso hasta mi vientre, deslizó mi ropa interior muy lentamente, él hizo lo mismo con la suya. Me dio pena verlo completamente desnudo pero a la vez me extasiaba de sobre manera. Me sentía muy caliente. Tocó mi clítoris y me arqueé jadeando despacio.

-Esto no es nada- susurró -beberé todo tu jugo como nadie lo ha hecho.

Su lengua tocó mi vagina y me enloqueció por completo. Alternaba con besos húmedos en mis muslos. Enardecido, comenzó a darme más sexo oral, más lamidas sujetándome de los muslos contra sus hombros. El flujo comenzaba a salir de mi y me provocaba soltar alaridos de placer. El orgasmo llegó pronto y sentí que todo el cuerpo me temblaba.
Se apartó un poco, tomó su jean y sacó un paquetito blanco. Deslizó por su miembro el condón y se puso sobre mi.
Besaba mi cuello con toda la lujuria que contenía y comenzó a entrar en mi con el mayor de los cuidados. Gemí de dolor, le pedí que lo hiciera despacio.

-Estás muy cerrada- dijo.
-Es que... es mi primera vez- Susurré nerviosa. Me miró con cierto pánico pero besó mis labios y se tranquilizó.
-Si es así...me alegra saber eso- sonrió y continuó moviéndose para terminar entrando por completo en mi.

Sus movimientos suaves me hacían aferrarme a él y gemir en su oído. A medida que más se movía, más placer me generaba. Dejé de sentir miedo por el dolor que llegara a causarme, pero todo eso se convirtió en la más placentera sensación. Su pene entraba y salía y mis gritos iban en aumento. Lo disfrutaba, lo veía en su rostro y eso me hacía sentir bien, era todo mío en ese momento. Lo enrollé con mis piernas, y cambió de posición, ahora estaba encima de él. Me ayudaba a cabalgarlo lentamente mientras su respiración se agitaba y exhalaba fuertemente. Yo sentía perder la razón. Sentía un orgasmo tras otro sin parar. Acostado masajeaba mis pechos, los besaba con deseo, como si no volviera a besarlos de nuevo en alguna otra oportunidad. Lo veía cerrar sus ojos y disfrutar, así que lo imité y volteé mi cabeza hacia atrás con mis ojos cerrados y mi boca abierta liberando todos los gemidos que había guardado cuando él me provocaba.

-Ah, si, lo haces bien, Clare... si... vamos, hazlo, sigue, no quiero que termines.

Sus palabras me enloquecieron y una parte de mi que no conocía se desató por completo. Descontrolada me movía con su miembro dentro de mi, salvaje y enardecida, me sentía una puta por hacerlo de esa manera, se suponía que jamás lo había hecho. Volvimos a la posición anterior y terminé acostada debajo de él, cara a cara con su sudor cayendo en mi pecho, su calor era intenso y su masculinidad dentro de mi era rígida como el acero.

-Si, Steven... hazme acabar.

Comenzó a moverse dentro de mi como un desaforado mientras lo presionaba por sus costillas con todas mis fuerzas, su pelvis chocaba fuerte contra mi. Llegamos al punto más alto del clímax y acabamos juntos. Cayó rendido sobre mi pecho y me sentía algo mareada. Suponía que así debería ser tener sexo... y fue la mejor noche que pude haber tenido.
Se apartó de mi y quedó de costado mirándome, me abrazó contra él y me besaba de manera tierna en mi frente y mis labios. Se dio tiempo para recuperar el aliento.

-Estás bien?- preguntó después de unos minutos.
-Más que bien- lo abracé fuerte intentando volver en mi misma.
-De verdad soy el primero?- sonreí tímidamente.
-De verdad- lo miré a los ojos.
-Por momentos, no lo parecía- le dí un golpe despacio en su pecho y reímos -es en serio... no pensé que sería tu primera vez.
-Pues si... y realmente, fue estupenda- le dí un largo beso en su hermosa y brillante boca.

Charlamos un momento más y fuimos quedándonos dormidos. Su cuerpo ahora estaba tibio y desprendía un aroma exquisito que no quería olvidar en ningún momento, en cada inhalación, intentaba grabármelo.
Quizás no eramos novios de verdad, pero tampoco amigos, ahora, eramos amantes.

Appetite For DestructionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora