No sabía que estaba haciendo aquí, debí quedarme en casa, en mi cuarto, con mi computadora, mis libros y mi Internet. Sabía que no era bueno vivir en un mundo en el que no vivías realmente. Pero ese mundo era al que estaba acostumbrada, y no era fácil dejarlo. No lo era.
-¡Hey! Llegastes -dijo Sebastián brindándome una sonrisa.
-Sep, aquí estoy -respondí mirando mis zapatos y luego elevé la mirada para verlo-. Y ¿Qué haremos hoy?
Él levantó los patines que tenía en la mano para que yo tuviera mejor visión de ellos.
-Oh, no, no. Te dije que no los usarías -negué retrocediendo unos pasos. No era que les tuviera temor a esas cosas, era probar algo nuevo lo que me asustaba. O en pocas palabras, miedo a fallar.
-Vamos, no pierdes nada con intentarlo -Los acercó para que tomará un par-. ¿Qué dices, lo harás? -Me miró con cara suplicante.
Bufé derrotada.
-Bien -dije tomando el par más pequeño-. Pero te advierto que si me lastimo será tu culpa -señalé seriamente.
Tenía un pequeño defecto, me costaba rechazar lo que los demás me pedían. Me era difícil, ya que no me gustaba lastimar a esas personas, y se me facilitaba aceptar y ya, nadie salía perdiendo. Excepto yo, claro.
-Asumo toda la responsabilidad -volteó a ver hacia atrás-. Antes de probar estas bellezas, vamos a tomar un refresco -propuso y asentí. Un refresco no estaría mal.
Caminamos hasta llegar al puesto de bebidas. Nos sentamos en unos taburetes a esperar que la chica que pedía la orden se volteara. Cuando lo hizo ordenamos los refrescos, y minutos después recibimos los pedidos.
Tomaba del envase, no tenía intención de hablar. Aparté la vista hacia otra parte para distraerme, pensando en que es lo que estaría haciendo en este momento si hubiera rechazado la invitación, probablemente estaría en mi cuarto viendo videos de Old Magcon en YouTube, algo mejor y productivo.
-¿En qué piensas? -preguntó curioso mirándome fijamente. Al escucharlo hablar me asusté y volteé a verlo.
-En el instituto -mentí rápidamente, él frunció el ceño-. Si, es que en una semana inician las clases, y casi no tendré tiempo de leer los libros que me faltan -completé mi mentira. A decir verdad, en parte era cierto.
-Oh, entonces ¿Te gusta leer? -cuestionó interesado. Puff una pregunta fácil.
-Si, y ¿A ti? -dije emocionada por su respuesta. Así compartiría mis gustos literarios con alguien que no estuviera online.
-Te seré sincero -sonreí esperanzada-. No he tocado un libro por cuenta propia para leerlo, y los únicos libros que leí fueron porque el instituto al que asistía lo orientaba -terminó de hablar y mi sonrisa al igual que mi esperanza desapareció.
De lo que te perdías Palensky.
-Oh, no todos tenemos el mismo gusto por la lectura, pero deben de gustarte otras cosas ¿no? -cuestioné bajando el envase a mi regazo.
Él asintió.
-Me gusta la música -respondió mirándome, pero el sonido de su celular hizo que bajara la mirada para buscar el aparato dentro de su chaqueta. Abrió el mensaje para luego responder y guardarlo-. Mis amigos están preguntando por mi ubicación, insisten en que vaya, ¿Quieres ir donde ellos?
No me agradaba la idea de conocer a más chicos, con Sebastián era suficiente. No estaba acostumbrada.
-Soy mala socializando con personas nuevas -dije desviando la vista al envase que sostenía entre mis manos.
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Carlin
Teen FictionCarlina Jos... Es decir, Carlin Josten. Una adolescente de dieciséis años, quién disfruta gastar su tiempo libre en compañía de tres cosas importantes para ella: La computadora, el celular y el Internet. Como cualquier adolescente del siglo veintiun...