Sam necesitaba mi ayuda.
La rubia me había llamado para que fuera a su casa a ayudarla con un asunto urgente. No lo dudé y salí rápido. Las únicas que estábamos en casa éramos Lily y yo, la menor de los Josten no quiso quedarse así que tuve que llevarla conmigo.
Tal vez Matías le hacía un poco de compañía. Tomamos el autobús que no tardó mucho en llegar. No estaba totalmente enterada de lo que había pasado con Lily y Matías desde la vez que ella se enteró que le gustaba al hermano de mi amiga.
Miré de reojo a mi pequeña Lily, tenía un poco de curiosidad, bueno, demasiada curiosidad y quería molestarla para matar el rato.
—¿Ya le diste el "sí" a Matías? —pregunté con una sonrisa pícara.
Sus mejillas tomaron un color rojo, lo cual me pareció gracioso, luego recibí un pequeño golpe en mi brazo.
—Eso no pasará. Jamás —respondió segura, pero me pareció ver algo más.
—¿Por qué? Si el chico es tan tímido que me parece adorable.
—¡Ese es el problema! ¡Es muy tímido!
Solté una risa.
—Pues corrompelo.
Ella se quedó pensando un poco y luego una sonrisa traviesa apareció en su rostro. No sabía cuales eran sus intenciones, tal vez luego me arrepentiría de haberla incitado a soltar un poco al hermano de mi amiga, no sabía si la rubia me iba a agradecer por eso o lo contrario.
—Definitivamente lo haré —dijo—. Batiré un poco a Malteada. Lo necesita.
—¿Malteada?
—Es el sobrenombre que le puse. ¿Genial, no? —sonrió—. Supongo que a él no le molesta que lo llame así, porque no oigo quejas de su parte.
—Es porque le gustas —Le guiñé el ojo y ella rodó los ojos.
—Deja ya eso.
—¿A ti no te gusta ni un poco? —pregunté, moviendo mi codo para golpear su brazo, juguetonamente.
—¡Señor, conduzca más rápido! —Le gritó al conductor del autobús para evitar el tema, reí dejándola en paz, por el momento.
El autobús nos dejó en la parada y caminamos hasta llegar a la casa de la rubia. Toqué el timbre, después de unos segundos Emma abrió la puerta.
—¿Qué haces aquí?
—Recibí su llamada —encogió los hombros—. Insistió tanto que no pude negarme. Creo que hasta estaba dispuesta a chantajearme si no aceptaba.
Pasamos al salón, el cual estaba hecho un desastre. El sofá y los sillones tenían marcas de tierra, unos objetos estaban caídos en el suelo al igual que muchos libros. No había lugar donde sentarse.
—¿Qué pasó aquí? —pregunté recogiendo los libros y colocándolos en la estantería.
—Yo acababa de llegar cuando tocaste el timbre, no tengo respuestas todavía —Emma me ayudó a recoger los libros—. ¿Dónde se metió la rubia?
Las dos seguimos ordenando los pocos libros que quedaban esparcidos, Lily sacudió un poco el sofá y se tiró encima de él, murmuró un "Es cómodo" y cerró los ojos. Solté una risa nasal. Sam apareció con una escoba en la mano, su ropa estaba llena de tierra y traía el cabello desaliñado.
—Veo que ya empezaron —sonrió—. ¿Por qué no pueden ser así esos inútiles que tengo de amigos? —Dejó la escoba recostada a un lado del sofá—. Oh, trajeron a Lily. Ahora sí podré chantajearlo. ¿Qué tal está el sofá, pequeña?
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Carlin
Teen FictionCarlina Jos... Es decir, Carlin Josten. Una adolescente de dieciséis años, quién disfruta gastar su tiempo libre en compañía de tres cosas importantes para ella: La computadora, el celular y el Internet. Como cualquier adolescente del siglo veintiun...