Capítulo 13: El acuerdo

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Los siete estábamos sentados en las escaleras, disfrutando del almuerzo. Habíamos empezado una guerra de trozos de verduras pero luego llegaron las señoras de limpieza enojadas, amenanzandonos con sus escobas.

Los chicos estaban hablando de un nuevo lugar en la ciudad donde se jugaba algo llamado "Paint ball", no les presté mucha atención.

En cambio, Sam peinaba su cabello por sexta vez en el día.

¿Cómo podía arreglarse el cabello séis veces? Yo ni siquiera me peiné hoy.

 —Estoy aburrida —suspiró Sam mirándonos a todos—. ¿Hacemos algo hoy?

 —¿Hacer algo hoy? ¿Te refieres a...salir? —pregunté confundida.

Los chicos dejaron de platicar para voltear a verme sorprendidos.

 —Carlin, ¿Con qué frecuencia sales de tu casa para divertirte? —interrogó Augustus.

 ¿Salir de casa para divertirme? ¿Qué clase de pregunta es esa?

 —Eh...

Rasqué mi cabeza tratando de pensar en que decir.

 —Tenemos que sacarte de ese cuarto pronto —habló Sam preocupada—. Así que empezaremos desde hoy, tengo muchas ideas, lugares donde podemos ir, sitios que he querido visitar con amigas y no con estos inútiles. Entonces, Carlin ¿Qué tan buena eres surfeando?

¿Ideas? ¿Lugares? ¿Sur-surfear? 

¿Eres sorda o qué, Carlin? ¿Qué ocurre contigo hoy? Habló mi subconsciente.

 —No lo haré.

 —Un momento, Carlin —Me sonrió Dave y luego volteó a ver a Sam—.  ¡¿A quién llamaste inútiles?!

Sam lo ignoró, concentrándose en mí.

 —¿Por qué no lo harás?

 —Porque no quiero, es simple —encogí los hombros, indiferente.

 —Carlin... —comenzó a decir Sebastián.

Pero Sam se adelantó a hablar.

 —Haber...negociemos, Carlin ¿Y si hacemos un trato? —sonrió con suficiencia.

Elevé una ceja. Me senté mejor para escucharla.

 —Dime.

 —Séis lugares —Fue todo lo que dijo.

Fruncí el ceño.

 —Explicate mejor.

 —Nosotros somos séis, el día diez de cada mes uno de nosotros decidirá un lugar al cual tendrás que ir, incluyendonos, claro. El objetivo de todo esto es que dejes de invernar ya y salgas de esa cueva, Carlin —dijo seria pero su rostro reflejaba preocupación.

Suspiré frustrada.

 —No lo sé.

Era lo único que podía decir, sabía que ella tenía razón, bueno todos tenían razón. Pero,  ¿Qué querían que hiciera? Era una persona aburrida y perezosa para andar saliendo. Algunos no podían entender eso.

Traté de no ser negativa y lo pensé mejor.

 —¿Qué recibiré a cambio si voy a esos séis lugares?

 —¿Un jugo? —sugirió Matthew despreocupado.
 
 —¿Es en serio? —elevé una ceja.

 —¿Qué? Disculpame millonaria —levantó sus manos.

CarlinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora