Capítulo 8: ¿Buena idea?

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Me encontraba en mi cuarto escuchando música y a la vez ordenaba mi cuarto. Era un total desastre. Digamos que no era muy ordenada con mis cosas. Mientras acomodaba mis libros mi celular sonó, lo saqué para leer el mensaje.

De: Sebastián

¿Ya terminaste con la limpieza?

Reí por su mensaje. Era la cuarta vez que me mandaba eso. No respondí y lancé el aparato a la cama, procurando que tuviera un buen aterrizaje.

Ya había pasado casi una semana desde aquella dolorosa caída. No nos volvimos a reunir, pero si mantuve contacto con él, al igual que con los chicos. Sam me mandaba mensajes a cada rato acerca de salir juntas a alguna parte. Y Dave, bueno él no perdía la oportunidad para alargarme e insistir que saliera con él en una cita, obviamente rechazaba todas sus invitaciones, sin ser grosera.

Cuando acabé con la limpieza bajé la escaleras en busca de mi madre, ella sabía que hoy tenía cita con el dentista y ahora desaparecía.

—¡No, tú no entiendes! —espetó Alba con su celular en el oído haciéndome retroceder y verla. Estaba caminando de un lado a otro en la sala, parecía furiosa. Eso solo significaba una cosa: Nick.

Según lo que me contó ella, el día que se reunieron en Coffe no fue como me lo esperaba, no hubo reconciliación, ni beso, ni palabras cursis. Solo silencio y palabras frías de parte de Alba. Bah, ella matando el romance.

Seguí caminando hasta que encontré a mamá en su habitación, se estaba arreglando y maquillando. Demasiado nerviosa diría yo. En otra ocasiones la había visto arreglarse pero no así, tan ansiosa, nerviosa y sonriente. No encontraba el por qué de su nerviosismo. ¿Acaso ella...? No, no era posible.

—¿Mamá, estás bien? —cuestioné acercándome a su mueble donde estaban sus estuches y cosas de belleza. En el había un gran espejo en el que ella se observaba mientras se pintaba los labios. Las madres y sus mini salones privados.

—¿Ah? ¿Qué dices cariño? —dijo despistada volteando a verme. Si, lo que me temía.

—¿Qué si ya nos vamos? —suspiré caminando a la puerta. Me rrecosté en el marco y la miré.

—Si, solo dame un momento, terminaré de alistarme y en seguida bajo. —respondió caminando a su armario para observar más prendas. Me recordó a Alba, ahora sabía de quién lo había heredado.

—Ok. —modulé con mis labios sin emitir ningún sonido, me dí la vuelta y salí de su habitación.

Me dirigí a la sala a paso lento, al llegar suspiré aliviada ya que Alba no estaba. Me tiré al sofá más grande y saqué mi celular del bolsillo.

Carlin: ¡Hey!

Le envié a Sebastián. Luego de tres minutos recibí un mensaje suyo.

Sebastián: ¿Ahora si ya acabaste?

Carlin: ¿Crees que te hubiera respondido si aún no he terminado?

Sebastián: Mm...¿Si?

Carlin: ¿Seguro, Sebastián?

Sebastián: En la escala del uno al diez, creo que optaría por un cinco.

Carlin: Jajaj Lo supuse.

Sebastián: ¿Cómo es eso posible? ¡¿Hechicería?!

Carlin: ¿Sebastián, te sientes bien? Creo que necesitas ver a un doctor. Tú serías un caso especial.

Sebastián: Claro. Porque yo soy especial ;)

Volteé los ojos divertida.

Carlin: Lo que tu digas.

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