Prólogo

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Era una noche fría. Había llovido y olía al rocío provocado por el repentino cambio de temperatura. La luna se alzaba majestuosa e iluminaba las calles de Odaiba. No se veía ni una estrella; la contaminación lumínica no permitía verlas.

A esa hora la mayoría de personas se encontraría en su hogar cenando un plato caliente y viendo la tele. Algunos probablemente estarían durmiendo, y muchos trabajando o aprovechando la noche para salir a divertirse, pero había un hombre que no hacía nada de eso. Llevaba ya dos semanas sin sentarse en una mesa a comer o en el sofá a ver la tele. Ni siquiera había ido a visitar a su familia en los últimos dos meses ni había respondido a las llamadas las últimas tres semanas. Su hija y su nieta habían ido a verle para asegurarse de que estaba bien, pero él ni siquiera recordaba haberles abierto la puerta en ningún momento; probablemente se había dejado la puerta abierta, o tal vez tenían una llave. No lo sabía. No quería saberlo. Le daba igual. Ahora solo le importaba su proyecto.

Llevaba años intentándolo, procurando que le saliera bien, rezando para que funcionara, pero nunca había dado el resultado que esperaba. Hasta ahora. Esta era la definitiva. Sabía que sí, que iba a funcionar y que por fin lograría terminar lo que una vez empezó. Estaba a punto. Solo tenía que aguantar despierto dos o tres noches más y, de una vez por todas, de su trabajo obtendría una recompensa. Bebió un sorbo del líquido que él mismo había creado a base de cafeína y otros compuestos que la ley no permitía poner en venta y continuó trabajando.

Era un genio. Siempre lo había sabido. Había inventado muchas cosas a lo largo de su vida, había descubierto muchas otras. Muchas personas afirmaban que se había vuelto loco, pero ningún loco era capaz de crear lo que él estaba a punto de crear. Su mejor invento. Sin duda el mejor de todos. Cogió su servilleta de papel ultra absorbente, esa que él mismo había inventado y que había estado utilizando durante todo el día sin llegar a humedecer del todo, y se secó el sudor de la frente. Ya casi estaba. Solo un esfuerzo más. Solo 48 horas más y las cosas volverían a ser como antes...

Digimon Adventure: Futuro ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora