Capítulo V

214 15 8
                                    


Monodramon siguió a Jake por el mundo digital. No podía separarse de él, aunque sabía que, hasta cierto punto, podía cuidarse solo. A casi dos metros de distancia, Katia y Nana caminaban casi arrastrando los pies. Estaban cansadas, aun habiendo dormido durante horas. Jake buscaba algo. A alguien, en realidad. Cuando había salido de la cueva en busca de Tami no la había encontrado, así que regresó, pensando que ya volvería. Pero no volvió. Habían pasado ya varias horas desde que ella y Coronamon se habían ido, y todos habían empezado a preocuparse, así que decidieron salir a buscarla. Se dividieron en dos grupos: por un lado, Jake y Monodramon acompañados por Katia y Nana; por el otro, Chika y Lopmon junto a Izzy y el recién revivido TK. Gatomon había preferido quedarse en la cueva. Creía que, si Tami no había vuelto aún, sería porque no quería o porque la habían atrapado. En el primer caso, acabaría volviendo; en el segundo, ya no podían hacer nada.

Jake estaba concentrado en la búsqueda. Katia estaba segura de que, si le hablara, no le contestaría, pero aún así quiso intentarlo.

-Oye, ¿puedes aminorar la marcha? –Le preguntó– Ya sé que debemos buscar, pero caminar más rápido no te va a servir de nada. Y nos cuesta seguirte el paso.

Al ver que, como había supuesto, el chico no le contestaba, habló de nuevo.

-Eres más alto que nosotras, así que tienes las piernas más largas y vas más rápido –Nana miró a Katia–. ¿Puedes ir más despacio?

Jake se detuvo de golpe.

Las chicas también se detuvieron enseguida y lo miraron, esperando una respuesta. Pero Jake no respondió, simplemente miró a un punto fijo. Katia y Nana se miraron.

-Oye, vas a... -Pero Katia fue interrumpida por un chisteo del muchacho, que alzó el brazo derecho en señal de espera.

-¿Qué pasa? –Preguntó Nana.

Jake volvió a chistar, esta vez girándose hacia ellas.

-Silencio –susurró, acercándose a ellas–. Creo que hay alguien cerca.

Nana abrió los ojos como platos. Si algo la caracterizaba, eso era lo asustadiza que era. Quería irse a casa. Katia, por su parte, miró a todos los lados, preguntándose qué podía haber oído Jake que le hiciera pensar que había alguien cerca. Ni ella ni Nana habían visto ni oído nada. Monodramon olfateó, llamando la atención de todos. Los ojos se le abrieron de par en par y se le puso la mirada perdida.

-Jake... –susurró– Peligro.

De repente el chico se puso tenso. Se le tensaron los músculos y se le endureció la expresión del rostro. Para sorpresa de las niñas, cogió a cada una por un brazo y las arrastró hacia una gran roca rodeada por enormes plantas. Allí se agachó, junto a Monodramon, y les indicó a ellas que también se agacharan. Las chicas obedecieron sin hacer preguntas. Los rostros de Jake y Monodramon lo decían todo.

Los cuatro se quedaron observando la nada en silencio. Llevaban ahí un rato, y Katia y Nana aún no habían escuchado nada.

-Jake –susurró Katia–, ¿qué pasa?

El rubio no la miró.

-Escuchen –dijo en el mismo tono, sin despegar la vista de ese punto fijo que llevaba ya varios minutos mirando–. Cuando levante el brazo izquierdo, corran en esa dirección –señaló un punto– y no miren atrás. Pase lo que pase, oigan lo que oigan, corran, y cuando pasen el árbol rosa, cuenten hasta siete. Entonces llamen a Gatomon, pero no griten. Solo pronuncien su nombre. ¿Ha quedado claro?

A Nana empezaba a costarle respirar.

-¿Pero de qué estás hablando? –Inquirió Katia, que lo había agarrado del brazo, obligándolo a mirarla.

Digimon Adventure: Futuro ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora