Capítulo XII (Parte V)

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Matt estaba terminando de preparar la comida que se iban a llevar al Mundo Digital y Sora se acercó por detrás y lo abrazó, apoyando la cabeza contra su espalda. Taro estaba justo al lado, intentando decorar lo mejor posible la única comida que estaba puesta en el plato, lista para ser devorada en ese preciso momento.

-Qué bonito –le dijo Sora.

-De mayor voy a ser cocinero, así que estoy aprendiendo cosas de papá.

Nagi correteaba por detrás con un coche de carreras en la mano, imaginándose que se recorría el mundo entero más veloz que cualquiera. Sora hundió la cara en la espalda de Matt, intentando no pensar en lo que podría ocurrir ese fin de semana, y Matt posó su mano sobre la de ella, comprendiendo lo que le pasaba por la mente. Matt recordó entonces a Tai. Hacía poco habían tenido una conversación acerca de cuándo sería el mejor momento para decírselo a los demás, pero no habían logrado llegar a ningún acuerdo. Al fin y al cabo, Tai haría lo que creyera correcto y eso estaría bien. Confiaba en él.

Cuando terminó, se giró y besó a la pelirroja en la frente.

-Si me pasa algo este fin de semana –le susurró al oído–, quiero que sigas adelante y que no te detengas por nada del mundo.

-Matt, no te va a...

-Por favor.

Sora lo miró y pareció entenderlo: Matt estaba muerto de miedo.

-Si me pasa algo a mí, júrame que harás lo posible por que todos se alejen de La Guerra –le dijo ella–. Incluidos tú y Tai.

-No te puedo prometer eso.

-Por favor, Matt... Es más que suficiente con las muertes de Mimi y Joe, no quiero que sigamos luchando si muere alguno más. Por favor –repitió.

Matt la miró y después le echó un ojo a cada uno de sus hijos.

-Lo intentaré.

No era la respuesta que Sora quería, pero le bastaba. De momento, le bastaba con eso.

Hana agarró un trapo limpio y comenzó a secar los utensilios lavados que Babamon le iba pasando. En el sofá se encontraban los niños elegidos junto a sus compañeros digimon y Gatomon, que parecía estar sermoneándoles acerca de todo lo que implicaban los emblemas. Wizardmon se acercó a Hana y Babamon mientras miraba a los elegidos por encima del hombro.

-¿Qué pasa? –Le preguntó Babamon con brusquedad.

-Hana, ¿puedes dejarnos un momento a solas?

La mujer le tendió el trapo a Wizardmon y se alejó de ellos sin hacer preguntas. Wizardmon entonces ocupó el puesto de Hana antes de que la anciana digimon replicara.

-¿Qué ocurre? –Repitió con más suavidad.

-Babamon –fue bajando el volumen de la voz–. La madre de Hana... ¿Quién era la madre de Hana?

La digimon dejó de mirarlo y pareció concentrarse todavía más en lavar los platos, que se iban amontonando entre ellos.

-Métete en tus asuntos –soltó–, no deberías meter la nariz en problemas que no te incumben.

-Pero es que sí me incumben. Yo mismo cuidé de Hana durante años y protegí a Hina, así que tengo derecho a saber quién era. Era una elegida, ¿verdad?

Digimon Adventure: Futuro ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora