Capítulo VI

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¡Hola! Aquí dejo el sexto capítulo, otra vez con flashbacks :) ¡Un saludo! Gracias por leer <3

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Katia la siguió en silencio durante varios minutos. La mujer, que no llegaría a los treinta años, iba descalza, pero aún así avanzaba a una velocidad sorprendente. De repente, se detuvo. Katia la imitó e inspeccionó el lugar, en busca de una puerta o una cueva o lo que fuera. Pero no había nada. Allí lo único que había eran plantas y más plantas.

La mujer se agachó, apartó algunas plantas del suelo con la mano y levantó un trozo de madera carcomido. Después miró a Katia y le ofreció la mano, pero esta la rechazó y se metió con cuidado por el agujero que había en el suelo. Palpó con los pies en busca de una superficie en la que apoyarse y pisó algo. Suspiró y comenzó a bajar.

Cuando pisó suelo firme se quedó quieta y esperó a la mujer, que había entrado y se encontraba cerrando la apertura. No se veía nada, estaba todo a oscuras, así que Katia prefería quedarse donde estaba. A pesar de haber conocido poco ese mundo, no le daba buena espina pisar sin saber dónde lo hacía. Menos de un minuto después, la mujer encendió una especie de antorcha. Probablemente la hubiera hecho ella. Katia se preguntaba quién era esa mujer y cuánto tiempo llevaría en el mundo digital.

Habían pasado ya casi dos meses desde lo de Mimi. Estaban todos consternados, destrozados, pero no podían hacer nada. Tenían que seguir adelante por el mundo digital, por sus familias y por ellos mismos. Por Mimi. Porque la muerte de Mimi no debería haber pasado. Porque alguien tenía que pagar por ello. Ella no era un digimon, no podía renacer de un huevo. No la volverían a ver nunca más.

Habían buscado un refugio en el que quedarse el tiempo que pasaran en el mundo digital, que era prácticamente todo el día. Volvían a casa solo para trabajar y para dormir, y a veces ni siquiera para dormir. Estaban todos agotados.

No sabían nada sobre la familia de Mimi: simplemente les comunicaron la fatal noticia y perdieron el contacto con ellos. Palmon, por su parte, estaba apagada. No hablaba nunca con nadie y prácticamente no comía. Era como si aquello que la mantenía con vida y que le daba energía hubiera desaparecido, como si le faltara algo que no podía ser sustituido por nada ni nadie. Ya no era la misma Palmon.

Algunos de los elegidos, como la propia Yolei, habían dejado de creer. Ya no pensaba que fueran a ganar o que debían luchar; todo lo contrario. Creía que luchar en un momento así era solo una pérdida de tiempo. Pero no se quejaba. Simplemente se dedicaba a obedecer órdenes y ver pasar el tiempo.

Otros, en cambio, como Tai, TK o el mismísimo Davis, no perdían la esperanza. A pesar de estar muy afectados por lo de Mimi, querían seguir adelante. No podían rendirse ahora. La muerte de su amiga no podía ser en vano, debía tener un sentido, aunque no fuera justo. Y por eso debían luchar.

La mujer la miró y la invitó a sentarse en el suelo. Katia se sentó.

-¿Eres humana? –Le preguntó acercándose a ella.

-Claro –respondió Katia, extrañada. ¿Acaso no era evidente?

-Qué raro –comentó, hablando despacio–. Hacía años que no veía una.

Katia se preguntó si había hecho bien en confiar en esa mujer. La miraba como si fuera un proyecto científico, una rata de laboratorio que necesitara de una constante observación.

-¿Cómo te llamas?

-Katia –respondió–. ¿Y tú? ¿Quién eres?

-Soy Hana –dijo–. Vivo aquí. ¿Tú dónde vives?

Digimon Adventure: Futuro ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora