Capítulo IV

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¡Hola! Antes de empezar el capítulo debo aclarar algo: Las partes que están subrayadas y en cursiva son flashbacks. Espero que no sea demasiado caótico :) ¡Un saludo y gracias por leer y comentar!

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Se habían detenido en un claro del bosque, en el mismo lugar donde hacía veintiocho años habían asesinado a TK y a Patamon. En el mismo lugar donde Kari había desaparecido. El último sitio donde habían visto a la elegida de la Luz.

Gatomon no quería demostrarlo, pero le había dado un vuelco al corazón al recordarlo. Los echaba de menos a todos, pero sobre todo a Kari. Lo que más rabia le daba era la impotencia que sintió y que aún sentía por no saber qué fue de su compañera, qué le pasó en realidad. Se hubiera sentido más aliviada incluso si hubiera encontrado su cadáver, aunque sonara cruel. Al menos así sabría cómo estaba y no viviría con esa angustia de no saber si lo estaba pasando mal, de si estaba sufriendo.

Quería irse de ese lugar.

Izzy, por su parte, estaba mirándolo todo, buscando una señal, una pista, algo que le indicara que alguien había pasado por ahí hacía poco, pero la oscuridad dificultaba su tarea.

-Vamos, TK... -susurró para sí– ¿Dónde estás?

Pasaron varios minutos observando ese lugar y sus alrededores, pero no había signos de vida. Gatomon contaba en su mente los minutos que faltaban para que se le acabara el tiempo, pero le daba la impresión de que todo iba más lento ahora.

-Tiempo –soltó, por fin, al cabo de un rato.

Izzy no parecía haberle escuchado, pero ella sabía perfectamente que sí.

-Tiempo –repitió.

-Media hora más –pidió el anciano aún buscando alguna señal de que TK estaba con vida.

-Izzy, te dije una hora y media y ya ha pasado ese tiempo –le explicó–. Si te quieres venir, bien. Si no, te buscas la vida. Yo me largo.

Dicho esto, la gata emprendió la marcha hacia la cueva, hacia su escondite. Estaba cansada y tenía hambre, además de que lo que estaban haciendo le parecía un riesgo innecesario. Estaban exponiéndose al enemigo para encontrar a un amigo que ya estaba muerto. Izzy la detuvo.

Gatomon se dio la vuelta y lo miró a los ojos. A pesar de lo oscuros que eran, brillaban como ninguno.

-Izzy, me voy –le repitió–. Mucha suerte.

Volvió a darse la vuelta y continuó caminando, soltándose de su agarre y esperando que Izzy le siguiera. No quería que se quedara solo de noche en ese mundo.

Pero Izzy no le siguió. No escuchó pasos ni nada por el estilo, así que aminoró la marcha. Caminó lentamente durante varios minutos, pero acabó deteniéndose y mirando hacia detrás. El anciano no estaba y, aunque conociera bien el mundo digital, no estaba segura de si sabría volver. Dudó. ¿Qué podía hacer? Su orgullo no le permitía dar la vuelta y continuar ayudándole, pero había algo que le impedía marcharse y dejar a aquel hombre solo, por lo que dio la vuelta y volvió por donde vino. No iba a entrar en escena, solo pensaba quedarse apartada para vigilarlo, por si pasaba algo. Nada más.

Subida a un árbol, lo observó.

Izzy seguía en el mismo lugar, sin percatarse del peligro que corría estando allí solo.

-TK... -susurraba, agachado, intentando mirar en el interior de lo que parecía ser una especie de cueva de tamaño diminuto. Por la entrada solo cabía una persona, y era probable que en su interior también.

Digimon Adventure: Futuro ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora