17. Final: Fuego y Agua

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Una noche estrellada, Fuego hace una fogata.

―¿Te dije que me enamoré de ti el día de la fogata en NF327? ―Mira a Agua que se acerca y se sienta a su lado.

―Ahora que lo mencionas, ¿no me lo dijo Tierra? ―Se pone a pensar.

Él se ríe.

―Sí, cuando tenía ideas malvadas.

Agua frunce el ceño.

―Tenía buenas intenciones, no seas malo. Además, no puedes decir nada, tú lo negaste.

―Uh, justo en el corazón ―se burla―. Tómalo o déjalo. ―Se ríe.

―Te burlas, pero... ―Sonríe―. Eres un cobarde. ―Saca la lengua.

Fuego se sonroja.

―No lo soy. ―Frunce el ceño.

―Pues sí, tuvo que hacer Aire el trabajo por ti. ―Se ríe.

―¡Cállate! ―Se enoja más―. ¡Te demostraré quién es el cobarde aquí! ―La agarra y la empuja contra el suelo.

―¡¿Qué haces?! ¡Suéltame! ―Se sonroja.

Él sonríe.

―¿Quién es la cobarde ahora?

Frunce el ceño.

―No te tengo miedo.

―Acabo de recordar algo más.

―¿El qué? Deja de hacerte el misterioso y salte de encima. ―Forcejea, luego Fuego se sonroja―. ¿Qué te pasa? ¿Por qué esa cara?

―Eres una pervertida.

―¡¿Qué?! ¡Idiota, tú eres el pervertido!

―Me besaste a la fuerza.

Se sorprende.

―¡¿Qué?! Eso fue para que recuperaras tus recuerdos, no puedes decirme nada.

―No necesito decirte nada, me vengaré. ―La besa.

Ella lo empuja y él se gira.

―Tú, idiota. ―Se tapa la boca―. ¿Fuego? ¡Hey! Mírame cuando te hablo. ―Lo agarra para verlo a la cara, entonces ella se ríe―. Estás más rojo que un tomate ¡Ay! Qué tímido ―se burla.

Él entrecierra los ojos.

―No es eso, es que... ―Mira hacia al suelo―. Estoy encendido. ―Hace círculos con el dedo en el piso, nervioso.

―Después me llamas a mi pervertida. ―Rueda los ojos.

―¡Cállate, que tengo calor! ―le grita.

―Eres como un niño. ―Sonríe.

―No me provoques. ―La apunta.

―Esta conversación no llega a ningún lado, mejor déjala.

―¿Y a dónde quieres llegar?

―Quiero una cita romántica.

―De acuerdo. ―Se pone a su lado―. Pero primero tienes que decir que me amas.

―¿Qué clase de condición es esa? ―Frunce el ceño.

―Entonces no hay chocolates para ti. ―Se ríe, pero luego se forma un silencio y la situación se vuelve incómoda, Fuego no quiere voltear a ver a Agua, está nervioso―. Si no quieres decirlo no... no hace falta, quizás he sido muy precipitado y...

―¡Cállate!

Fuego se asusta.

―¿Q... ¿Qué? ―La mira.

―No me puedo concentrar. ―Se encuentra completamente roja.

Fuego vuelve a sonrojarse.

―Eh, yo...

Ahora ella lo mira directo a los ojos y con todos los nervios del mundo lo dice:

―Te amo, hablo en serio. ―Lo apunta―. Y no es por un chocolate, te amo de verdad. ―Se abanica―. ¿No crees que hace calor aquí?

―Mucho. ―Se acerca a su rostro.

Ambos se acercan despacio, sus corazones se escuchan acelerados y la fogata ilumina aquel beso romántico que se dan ese día, uno también para recordar.

Amor elemental (S.E #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora