Capítulo 2

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Más tarde Harry bajó junto a Hermione a la sala de los Dursley, donde Marge criticaba a las personas de la televisión, como si supiera como hacer mejor el trabajo de todos ellos; Vernon comía helado y Petunia espiaba a los vecinos. Harry tomó la mano de Hermione y caminó con ella hacia la puerta. Dudley dejó a un lado su videojuego y fue detrás de ellos con la excusa de que iba con sus amigos.

- ¿Hay algo interesante por aquí, Harry?

-La verdad... no -contestó pensativo- ¿qué dices si vamos a Londres? Vamos por algo de dinero a Gringotts y luego compramos lo que se nos antoje.

Hermione miró a su mejor amigo que después de leer esa última carta, la cual no había compartido con ella, se veía distraído y nostálgico. La castaña frunció en entrecejo.

- ¡Oye, Potter! -gritó Dudley antes de reunirse con ellos a la mitad del camino hasta la avenida- ¿a dónde vas?

-Al banco -contestó Harry sin dejar de mirar al frente-. Necesito algo de dinero.

- ¿Vienes? -preguntó Hermione ganándose una mirada interrogante de parte de Harry.

- ¿Enserio?

-Claro.

Harry negó con la cabeza y sacó su varita, la alzó en el aire y pronto un autobús morado de tres pisos estuvo ante ellos, Dudley lo miró asombrado, con los ojos casi saliéndose de sus cuencas.

-Pero... ¿qué es esto? -balbuceó.

-Bienvenidos al autobús noctámbulo, mi nombre es Sta... ¡Mira, Ernie, es Harry Potter! -dijo el chico que estaba justo en la entrada- Ahora sí que no puedes engañarnos, Pott... -se interrumpió- ¡También viene con Hermione y otro chico con cara de tonto! ¿Dónde están Ron y Ginny?

-En su casa, Stan -respondió Harry entrando con Hermione y Dudley detrás-. Mandan saludos. Tenemos que llegar rápido al Caldero Chorreante.

- ¿Caldero qué?

-Dudley, por favor, cierra la boca.

Harry empujó a Dudley a un asiento antes de que el autobús arrancara sacudiéndolos incontrolablemente; el primo de Harry tenía el rostro blanco y parecía estar a punto de desmayarse por lo que Hermione comenzó a darle palmadas en la espalda cada vez que sus asientos chocaban por algunos segundos.

El viaje termino y los tres bajaron frente al bar, Dudley se agachó sobre un bote de basura y vomitó, haciendo que Harry frunciera la nariz.

-Eso es asqueroso, Duders -dijo Harry entre risas.

-Nos vemos pronto, chicos -se despidió Stan- ¡cortesía de la casa!

El autobús se perdió en el atardecer a gran velocidad.

-Vamos, Dudley, no te quedes atrás -lo animó Hermione abriendo la puerta del bar.

Dentro solo se encontraba Tom y la chica del aseo a quienes saludaron y presentaron a Dudley, fueron a la parte de atrás y Hermione tocó los ladrillos correctos para entrar al callejón Diagon. Dudley se quedó completamente embobado cuando la pared de ladrillos se abrió frente a sus ojos y su asombro fue mucho más grande al caminar por ese lugar, lleno de magos y brujas con sombreros puntiagudos, túnicas y montones de bolsas en los brazos. Escuchó como Harry mencionaba algo sobre ir a visitar a unas personas y como lo apuraba a caminar más rápido. Sin embargo, Dudley no podía dejar de mirar con asombro todo lo que había alrededor, sus padres siempre le habían dicho que el mundo de su primo era horrible, pero no lo parecía, en realidad era muy hermoso.

Entraron al edificio de Gringotts y Dudley podía asegurar que no había visto jamás un lugar tan limpio como aquel, su madre se moriría de envidia al ver esos pisos completamente pulidos y esos ventanales limpios; su atención se vio eclipsada por los duendes que trabajaban en ese lugar, con trajes elegantes y dedos casi tan largos como sus orejas.

Harry Potter: El Misterio de los HerederosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora