CAPITULO V - El nacimiento de la venganza

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CAPITULO V


UN AÑO DESPUÉS...

-Diaval, ¿estás bien? - Un preocupado Nacil le pregunto al hombre cuervo al encontrarlo inmóvil y con la mirada perdida en medio del bosque.
Nacil había salido a buscar algunas plantas que necesitaba para la elaboración de sus tónicos y durante el camino se había encontrado con el hombre de cabellos tan negros como la noche. - ¿Diaval? - el elfo dejo la canasta que llevaba en la mano en el suelo y toco el hombro del más alto para llamar su atención. Al parecer no lo había escuchado la primera vez que lo llamó.

Diaval giro su rostro sobresaltado por el repentino toque en su hombro, relajando sus facciones al notar que era Nacil de quien se trataba.-Oh, eres tú, Nacil...- Dijo intentando darle al elfo una sonrisa, fracasando un poco en el intento.

-Estas triste. - Dijo atreviéndose a acariciar la mejilla de Diaval. Nacil había aprendido a leer las facciones del hombre que una vez amó y pudo notar con facilidad la congoja que lo aquejaba. - Es por Hayato, ¿no es así?

Diaval asintió desviando levemente la mirada. - ¡Solo ve lo que Hayato le está haciendo a El Páramo! - La voz de Diaval salió con cierto enojo. Le desagradaba ver como el hado aun sufría a causa de la avaricia de un egoísta humano.

Nacil aparto su mano de la mejilla de Diaval, viendo el panorama que se había vuelto frecuente desde hace un año. El Páramo comenzaba a marchitarse. Los frondosos bosques habían desaparecido casi por completo, quedando en su lugar únicamente los troncos de los arboles con ramas secas incapaces de florecer al ser ahora la magia de Hayato oscura. Todo El Páramo se encontraba en decadencia y todos sus habitantes eran conscientes de que su "Señor" ya no era el mismo que ellos conocían.
El Páramo que una vez fue un lugar de hermosos paisajes envidiables, lleno de naturaleza, tranquilidad y armonía; ahora era un lugar lúgubre y oscuro en donde los rayos del sol ya no se veían más. La ira y el rencor por la traición de Stefan hicieron que el corazón de Hayato se ennegreciera. El alma bondadosa y amable del protector de todo El Páramo había desaparecido, convirtiéndose en un hombre cruel y solitario que utilizaba su magia para lastimar y causar miedo a todo aquel que se le cruzaba.

-Sé que el panorama no es muy bueno pero... Solo dale tiempo...- Pidió Nacil. - No es fácil recuperarse de un corazón roto. - El elfo lo sabía mejor que nadie, pues cuando su "relación" -si es que se le podía llamar relación a lo que ambos tenían- acabo, él había llorado por muchas noches la pérdida del que creía era su amor. - Déjalo que llore su pena. A veces sanar un corazón roto tarda más de lo que uno piensa.

- ¡Ya ha pasado un año desde que ese humano infeliz lo traiciono! ¡Y lo único que ha conseguido con "llorar su pena" es destruir El Páramo poco a poco! Se está repitiendo lo que sucedió con Seigi...- A la mente de Diaval vinieron algunos recuerdos de aquellos días en que el padre de Hayato había sumido en un crudo invierno a todo El Páramo.

- ¿Te han roto el corazón, Diaval? Porque si no es así, no tienes idea del dolor que eso causa. - La intención de Nacil no era defender del todo a Hayato, él tampoco estaba de acuerdo con lo que el hado le estaba haciendo a El Páramo, ya fuera directa o indirectamente, pero quería que Diaval entendiera solo por un momento lo que Hayato sentía.

Por otra parte, Diaval se había quedado sin replica alguna ante la pregunta de Nacil.
Era un hecho más que obvio que él nunca se había enamorado. El único sentimiento sincero que sentía por alguien era hacia Hayato. El hado era como un hijo y un hermano a la vez pero aun así, este sentimiento no se comparaba con el amor de pareja. El elfo tenía razón, él desconocía por lo que el hado pasaba y por más que se esforzara, jamás entendería los sentimientos de su amigo.

Páramo Maléfico (YAOI 18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora