CAPITULO XXI
Si recordaba bien, desde el granero -desde aquella puerta que estaba bien colocada y camuflada detrás de los costales de semillas y el alimento de los animales- se podía entrar a la casa. Una vez familiarizado con la casa, era fácil encontrar esa puerta que te llevaba al interior de la cabaña.
Él había estado muchas veces en el granero y sabía cómo encontrarla. Había estado ahí en forma de cuervo mientras jugaba con un pequeño Haruki de unos cinco años, y también había estado en su estancia en esa casa al cuidado de Allen después de ser herido por esos cazadores.
Cuando finalmente pudo levantarse de la cama improvisada -pero cómoda y acogedora- que Allen le había hecho en la sala junto a la chimenea, Diaval comenzó a acompañar al rubio en sus actividades diarias, como cuidar del pequeño huerto que los alimentaba y daba dinero al vender parte de lo cultivado, o bien, el cuidado de los animales, que dicho por el propio Allen, era lo que mas le gustaba.Diaval, que apenas si tenía la fuerza para caminar un poco, se tenía que limitar a ver como Allen trabajaba.
<<Quédate sentado ahí, y mejor cuéntame una de esas maravillosas historias de tus viajes>>, el rubio siempre le decía cada vez que se levantaba con la intención de ayudarle un poco. Al parecer Haruki no era el único aficionado a sus historias, y sentía un gran gozo cada vez que obtenía la atención de Allen con una de ellas.
<<Sobre las montañas de un país del Norte, existe una aldea que se dice, siglos atrás, fueron domadores de dragones. Según las leyendas, los hombres eran grandes cazadores de dragones y cada vez que atrapaban uno, lo registraban en grandes y gruesos libros. Cada detalle por mínimo que fuera, estaba anotado. Cada escama, el numero de dientes, su largo y su ancho; todo estaba en esos libros.
Mas que curioso por saber si lo que se decía de esa aldea era cierto, viaje hasta ese lugar...>>, de esa manera, Diaval comenzó la historia de ese día, que al igual que muchas otras, captó la atención de Allen.En varias ocasiones, Diaval se veía obligado a omitir algunos detalles de sus historias, no porque creyera que Allen divulgaría a los cuatro vientos aquellos secretos que hasta el momento habían estado ocultos para casi todo el mundo, sino porque dudaba que Allen se lo creyera. Ya era difícil hablarle de dragones sin que lo viera extrañado y poco crédulo. No debía de olvidar que para los humanos -al menos en esa época- los dragones eran seres ficticios creados y usados por los libros que habían sido escritos por mentes alocadas y disparatadas. Si de repente comenzaba a decirle que había conocido y hasta tocado a aun dragón, lo tomaría por un loco, aunque en el fondo sabía que Allen no creía al 100% sus historias, pero eso no impedía que entre ellos se iniciara una amistad.
Con los días, Allen se mostraba mas amable y hablaba con mucha mas confianza, y hasta en algunas ocasiones, podía asegurar que el doncel lo veía mientras dormía -o mientras fingía dormir-. No sabía si sólo lo hacía por desconfianza, porque aunque no le gustara admitirlo, seguían siendo dos perfectos extraños que compartían historias de vez en cuando. Aun así, Diaval prefería pensar que Allen lo observaba porque en el fondo le gustaba un poquito.
Ser herido por esos cazadores le había dado la oportunidad de acercarse al doncel y como buen conquistador que era, no lo desaprovecharía. Por eso un día, y aprovechándose de que Allen le cambiaba los vendajes, Diaval se atrevió a besarlo. Por la posición en la que se encontraba, sus labios únicamente se rozaron por algunos segundos antes de que Allen se apartara sorprendido y con un tremendo sonrojo en el rostro.
- ¿P-Porque hiciste eso...?-Allen preguntó terriblemente sonrojado, sin saber a donde mirar o cómo reaccionar.
-Porque me gustas, creí que era obvio. -Dijo de manera natural y sin perder detalle de las reacciones del otro que jugaba nervioso con sus manos. -Se que me ves mientras duermo y creí que te gustaba un poco.
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Páramo Maléfico (YAOI 18+)
FanfictionEsta historia es demasiado vieja y fue contada hace ya mucho tiempo. Existen diferentes versiones, pero ten por seguro que la que yo te cuento, es la más clara y veredicta de todas. Había una vez, siglos atrás, dos reinos que eran pésimos vecinos...