CAPITULO III - La traición

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CAPITULO III


-Tranquilízate, no sabes para que te ha llamado el rey. Quizás quiere que seas una de sus putas.- Stefan hablaba consigo mismo intentando calmarse.

Hace solo unos minutos se encontraba en la cocina lavando los trastos que se habían utilizado para el desayuno cuando fue interrumpido por la vieja cocinera quien le informo que dos guardias personales del rey lo esperaban en el pasillo. Sin demostrar el nervio que aquella noticia le causo, Stefan se limpió los restos de jabón que tenía en las manos en la vieja ropa que utilizaba para trabajar. Agradeciéndole a la mujer con una media sonrisa por avisarle, se dispuso a ir con aquellos hombres que lo buscaban.

Sin más información que: "Su Majestad requiere su presencia en sus habitaciones de inmediato.", el castaño tuvo que ir junto a los soldados, aguantando con algo de vergüenza los cuchicheos que empezaban a escucharse sobre la razón del porque el rey quería verlo. Era bien sabido por la mayoría de los sirvientes que el rey "acogía" a algunos sirvientes para que lo atendieran personalmente de noche. Únicamente con alguna joya en el cuello mientras su cuerpo desnudo aseaba al rey con una fina franela.

"Son solo unas putas disfrazadas" - se había dicho siempre Stefan.

Él no deseaba ser la nueva puta del rey. Tenía ambiciones pero no quería conseguirlas abriéndose de piernas. No podía imaginarse desnudo en la cama de ese anciano que se hacía llamar su rey, con las piernas abiertas en espera de que metiera su vieja polla en él. ¡La sola idea le parecía repulsiva!

Stefan toco de nuevo su cuello nervioso. No había razones para pensar que ese era el motivo por el cual el rey quería verlo. Nunca antes se había topado con él a solas o a la lejanía y era imposible provocar algún deseo en alguien que nunca habías visto. Además, desde su fallida y humillante pelea con Hayato al intentar conquistar "El Páramo", el rey había enfermado y no salía de sus habitaciones y mucho menos pedía la visita de alguna de sus putas.

Según la cocinera, aquel día, el rey había llegado mal herido y escupiendo maldiciones a cuanto sirviente se lo parara enfrente, siendo los médicos reales los únicos que pudieron acercársele. Aconsejándole que debía guardar reposo por varios días para facilitar su recuperación.

Stefan dudaba que Hayato hiriera de gravedad al rey. Su Hayato no era esa clase de criatura. Él había estado presente cuando el rey intento invadir "El Páramo". Si bien, era cierto que se encontraba a una distancia considerable como para ver y escuchar con claridad, el hado le contó que había tratado dialogar de la mejor manera con el rey, el cual se negó y desencadeno dicha batalla. - "Lo único que tiene herido es el orgullo" -le había dicho Hayato cuando le pregunto si había matado al rey.

Volviéndose a tocar el cuello, Stefan dio tres toques a la puerta hecha de la más fina madera del reino, entrando cuando la voz ronca y fuerte del rey se lo ordeno.

-¿Me mandó llamar, Su Majestad?- preguntó con respeto. Su cuerpo se mantenía quieto a unos centímetros de la puerta y con la mirada clavada en el suelo, temeroso de hacerlo enfadar si cometía la insolencia de mirarlo de frente sin su permiso.

-Así es.- la voz del rey volvió a sonar.- me han dicho que tu nombre es Stefan.- el rey se mantenía semi-acostado en su enorme cama, vistiendo únicamente una sencilla pero fina ropa para dormir y encima de ella una ligera bata roja. Cubriendo sus piernas con una costosa sabana de seda.

-Sí, Su Majestad.- contesto el castaño aun con la mirada en el suelo.

-Levanta el rostro y acércate.- ordeno el rey.- ¿Cuánto tiempo has estado en el palacio?

Páramo Maléfico (YAOI 18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora