CAPITULO VII - El adiós

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CAPITULO VII

La fiesta había terminado y la noche ya cubría los cielos del reino, aun así un fuerte resplandor se veía por cada una de los ventanales del castillo a causa de la enorme hoguera que iluminaba como el sol.
El rey Henry había ordenado a sus hombres reunir toda rueca que hubiera en el reino y villas cercanas. Toda rueca, desde la más grande y nueva, hasta la más chica y vieja, era tomada por la guardia real y lanzada al fuego para que nunca pudiera usarse en contra del príncipe.

El miedo que el rey tenia porque esa maldición se cumpliera era tanto que lo llevo a tomar esa abrupta decisión sin importarle que cientos de comerciantes se vieran afectados al no tener una rueca con la que hilar y confeccionar las prendas que vendían para vivir.
La prioridad de Henry en esos momentos era proteger a su hijo a toda costa y sin importar como. Si tenía que prohibir el uso de ruecas en el reino, lo haría sin remordimiento. Si tenía que matar a Maleficent, lo haría con decisión en su puño sin importar cuanto detestara las guerras y las disputas.
Después de todo, Maleficent ya había comenzado una en el momento en que maldijera a su hijo.

*

Al amanecer, el rey reclutó a los mejores soldados del reino y dio la orden a ese grupo de más de 200 hombres vestidos con armaduras y empuñando flechas y espadas, atacar inmediatamente El Páramo y capturar a la insolente criatura que se había atrevido a amenazar a su hijo.

El ejército era encabezado por el rey quien montaba un hermoso caballo blanco, seguido por sus fieles soldados que caminaban orgullosos a su lado, pensando únicamente en como destazarían a ese asqueroso monstruo de enorme cuernos que había osado a maldecir al príncipe Haruki.

El camino hasta El Páramo no era fácil. Los frondosos y grandes árboles de uno de los bosques que conectaba con esas tierras, complicaba el camino de los soldados que tenían que esquivar cada gruesa rama que se interponía en su camino, o bien pisar con cuidado para no resbalar con el fango que las lluvias habían dejado. Debían procurar no hacer más ruido del que sus armaduras y caballos ya hacían. La emboscada era la única ventaja que tenían en ese momento y no podían darse el lujo de perderla.

Sin embargo Maleficent no era estúpido y sabía que en cuanto todo el revuelo que se había generado con su presencia en aquella fiesta se calmara, el rey enviaría un ejército a buscarlo. Probablemente con la orden de asesinarlo y llevarle su cabeza al rey. Por tal motivo, creó un muro gigantesco de gruesas y afiladas espinas que rodeaban y protegían a El Páramo de cualquier amenaza. Aquel muro se alimentaba de la magia oscura del hado, y era capaz de reaccionar y defenderse de cualquier ataque como si cada gruesa rama con espinas contara con vida propia. Hayato lo había creado de esa forma para asegurarse que ningún repúgnate humano pudiera volver a tocar El Páramo jamás.

*

- ¿Qué quiere que hagamos, su majestad? ¿Quiere que rodeemos el perímetro para ver si encontramos algún punto desprotegido? - El capitán de la guardia real que iba justo alado del rey, preguntó ya sin ese previo asombro que invadió su rostro solo por algunos segundos al ver aquel imponente muro de espinas.

-El Páramo es tan grande como nuestro reino, nos tomaría días rodearlo todo. - Dijo el rey con cierta frustración en su voz. No esperaba que esa criatura se defendiera de esa forma. - Si no hay entrada, haremos una. Has que un grupo de hombres corte con sus espadas las ramas y abra camino. Entraremos a El Páramo con o sin muro. - Ordeno haciendo girar su caballo para poder ver otro punto del largo muro, pero todo lucia exactamente igual, lleno de espinas y sin un espacio por el que algún hombre cupiera.

Páramo Maléfico (YAOI 18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora