CAPITULO IX - De viaje al muro de espinas

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11 Años después...

- ¡Haruki, date prisa que debo irme! -Gritó Allen desde afuera de la cabaña, montado en su viejo caballo que cargaba un par de costales que contenían las verduras y semillas que habían cosechado en esa temporada.
Estaban a mediados de otoño, y aunque aún faltaba para el invierno, ya comenzaba a sentirse un aire frio que auguraba una dura estación invernal. Por lo tanto ya era hora de ir al pueblo más cercano a vender las cosechas y así obtener el dinero que utilizarían para comprar ropa caliente y otras cosas necesarias para soportar la temporada.

A Allen no le gustaba ir al pueblo. No solo porque le agradaba la soledad de su cabaña y la tranquilidad del bosque libre del bullicio de la ciudad, sino también porque no le gustaba dejar a Haruki solo durante al menos cuatro o cinco días que era lo que se tardaba en ir y venir del pueblo. Su Haruki ya era todo un jovencito de 15 años y en edad fértil, y aunque su cabaña se encontraba lejos de toda civilización, siempre existía la posibilidad de que algún viajero perdido pasara por la zona y no resistiera la tentación de deshonrar a un joven doncel solitario.
Sin embargo era un riesgo que tenía que correr pues llevar a Haruki consigo era aún más peligroso por la cercanía del pueblo con el reino. Allen no quería que Haruki tuviera ningún tipo de contacto con el lujoso palacio en el que había nacido y el que no recordaba, al menos no hasta que fuera el momento en que su hijo tuviera que volver.

- ¿Qué tanto hacías? -Le preguntó a su hijo que caminaba con pasos apresurados hacia él con una bolsa con suficiente comida para el viaje.
Allen no pudo evitar sonreír al ver lo mucho que Haruki había crecido. Ya no quedaba nada de ese pequeño bebé que había llegado en plena madrugada.
El cambio de estaciones habían hecho de Haruki un hermoso jovencito de bellas y envidiables facciones. El joven príncipe poseía un cuerpo delgado, de cintura definida, caderas proporcionadas y unas largas piernas. Su rostro poseía facciones delicadas y hermosas como una naricita respingada que hacia juego perfecto con sus labios carnosos y apetecibles a la vista de cualquier varón, resaltando entre todo eso, sus ojos coquetos, de pestañas largas y llenos de vida. Luciendo aún más hermoso con ese largo cabello rubio que parecía estar hecho de oro puro y el cual caía sobre uno de sus hombros al siempre peinarlo de lado en una suave y baja coleta.

-Preparaba algo extra para el camino. -Dijo el joven entregándole la bolsa con comida a su doncel padre. -Cuídate mucho, papá, y nada de tomar el atajo, es muy inseguro sobretodo en esta época.

-Iré por el camino seguro, no te preocupes, cariño. -Dijo con una sonrisa por la actitud sobreprotectora que su hijo tomaba. -Recuerda que mientras no esté en casa, no quiero que salgas de la cabaña, y no...

-No le abriré la puerta a nadie, y me esconderé en el refugio en caso de peligro. -Repitió de memoria las palabras que su padre le decía cada vez que este tenía que ir al pueblo.

Haruki nunca había ido al pueblo, y con cada año que pasaba sus ganas por ver ese lugar en donde su padre compraba hermosa ropa, deliciosa comida y en algunas ocasiones, y si el dinero rendía, un par de libros de maravillosas y excitantes historias.
El joven en más de una ocasión le había rogado a Allen que lo llevara con él. Pero ni las suplicas de días hacían que Allen cambiara de opinión.

-"El pueblo es un lugar muy peligroso para un doncel tan joven como tú. Cuando tengas la edad adecuada, me acompañaras." - Era lo que siempre le decía su padre cada vez que le insistía que lo llevara con él.

Haruki no entendía que podía tener de peligroso un lugar que fabricaba prendas hermosas. ¿Qué podía ser más peligroso que una manada de lobos a menos de tres metros de distancia? Él había crecido en las profundidades del bosque, y había vivido junto a criaturas que dudaba otro chico de su edad hubiera visto siquiera, como serpientes, zorros, o manadas de lobos que frecuentaban el mismo arroyo en donde el joven recogía hermosas flores. Eso sí era peligroso, además, ¡él ya casi tenía 16 años! Ya no era un niño y por lo tanto el joven creía que tenía derecho de visitar el pueblo aunque fuera una sola vez.

Páramo Maléfico (YAOI 18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora