CAPITULO XVIII - La verdad

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CAPITULO XVIII

-Papá, ya tengo casi 16 años y estoy enamorado. Así que me iré de la casa...- Haruki dijo en un tono serio con el rostro de igual manera para demostrar la seriedad de sus palabras. -No, eso suena muy rudo...-Soltó un suspiro. Haruki era un manojo de nervios, le iba a decir a su padre esa misma tarde su decisión de irse a vivir con <el príncipe> a <El Páramo>. Hacia solo unos minutos que había dejado al hado y había utilizado su colmillo de dragón para que lo dejara a la misma distancia prudente de su casa como siempre, y con solo guardar su objeto mágico, comenzó a practicar las palabras que le diría a Allen.

<<No lo olvides. Te estaré esperando mañana en la mañana en el <Rio de las Joyas Brillantes>>, le había dicho <su príncipe> antes de irse. Era poco tiempo considerando las cosas que debía hacer antes de irse, como era guardar en un morral, una buena dotación de ropa y sus objetos especiales. Quizás se llevaría un par de libros, solo sus favoritos y que sin duda le encantaría compartir con <el príncipe>. Pero lo mas importante que tenía que hacer era decirle a su papá que se marcharía. No sería una noticia placentera para el mayor de los donceles pero Haruki estaba mas que seguro que cuando le contara a su padre lo enamorado que estaba, y todo lo bueno que el <príncipe> había hecho por él, no se opondría que hiciera una vida en <El Páramo>. Después de todo Allen había hecho algo parecido cuando era mas joven y conociera a su padre varón. El mismo Allen le había contado que se había enamorado de su padre Thomas con solo verlo, y que no lo pensó dos veces cuando este le pidiera casarse con él y llevarlo a lo profundo del bosque para vivir juntos en esa cabañita en la que ahora Haruki vivía también.
Un pequeño sonrojo se apoderó de sus mejillas al preguntarse si el <príncipe> le pediría que se casara con él. No tenía idea si las hadas se casaban como los humanos, pero si eso sucedía, Haruki no dudaría en aceptar tal y como su padre Allen tampoco dudo.

-Papá, sabes que te quiero mucho...-Haruki se dio un par de palmaditas suaves en las mejillas para desaparecer su sonrojo y siguió practicando esa palabras que le diría a su papá. -Y si pudiera, me quedaría para siempre contigo, pero estoy enamorado y él también me ama. Así que me iré a vivir con él... Si, eso sonó mejor. -Dijo mucho mas satisfecho con aquellas últimas palabras. Solo esperaba poder recordarlas. Haruki soltó un suspiro y camino de regreso a casa, si olvidaba las palabras que había ensayo bajo aquel árbol torcido, solo tenía que hablarle a su padre con el corazón y él entendería. -<<Las palabras dichas con el corazón, son mucho mejores que las ensayadas. >>. -se dijo el muchacho con bastante optimismo. Todo saldría bien.

***

- ¿Me pregunto si estará bien...?-Allen dijo casi en un susurro mientras terminaba de dar una pequeña limpieza a su cocina.

Habían pasado ya un par de días desde que Diaval se marchara de la cabaña y él seguía con esa pequeña angustia por no saber nada del pelinegro. Sus heridas aun no sanaban, y la mayor parte del tiempo pensaba si el pelinegro estaba teniendo los cuidados necesarios para que esas heridas no se abrieran o infectaran.

<<Espero no le exija demasiado a su cuerpo>>, siempre pensaba antes de reprenderse con un par de golpecitos en las mejillas. No tenía porque preocuparse por un hombre del que apenas si sabía su nombre. Era cierto que en el tiempo en que se había quedado en la cabaña había descubierto que era un buen hombre, hasta Haruki había simpatizado con él, y él... Por mas que intentara negarlo, se sintió atraído por ese hombre de cabello negro y sonrisa coqueta.
<<Tonto, deja de pensar en eso. Tú eres un doncel casado. >> O mas bien había sido un doncel casado. Pero aunque su esposo llevara muchos años muerto, Allen seguía siendo fiel al recuerdo de Thomas, y la sola atracción que sentía por Diaval, lo hacían sentir culpable y el peor hombre del mundo. La culpa lo invadía cada vez que Diaval le sonría y él, con algo de timidez, le devolvía el gesto. La peor parte venia cuando en la noche, ya con su camisón de dormir y tapado con las sabanas, no podía dejar de pensar en el cuerpo semi-desnudo del hombre que dormía en el piso de abajo, en su sala, junto a la chimenea.
La última vez que Allen había intimado con Thomas había sido dos días antes de que este fuera atacado por ese horrible oso. Era natural que después de mas de 16 años sin ser tocado por un varón, su cuerpo reaccionara al ver el atractivo cuerpo del varón.
Un par de veces había sucumbido ante la tentación, y se tocó los pezones por encima del camisón, imaginando que era Diaval quien lo hacia. Su esposo solía lamerle los pezones hasta dejarlos completamente erizados, y se preguntó si Diaval haría lo mismo.
Por supuesto sus fantasías no llegaban a mas. La poca fuerza de voluntad que aún quedaba en su cerebro nublado por pensamientos lujuriosos, siempre salía a flote ante todo, y evitaba que su mano tocara mas de lo debido.

Páramo Maléfico (YAOI 18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora