Capítulo 11

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11

Golpeó la suela de su zapato contra la acera unas siete veces, antes de irritarse por el sol, el cansancio físico y mental. Además, las ruidosas chicas que no dejaban de apuntarlo y sonrojarse.

La universidad era un lugar no tan agradable después de todo.

Kai se colocó los lentes de sol y alejó su espalda de la puertilla de su elegante coche para entrar por las puertas de la enorme edificación. Si el maldito Luhan no salía, iba a ir por él, a arrastras si era putamente necesario.

Su porte imponente hizo que muchos se quitaran de su camino, como si propagara algún tipo de peste, pero, de modo lo agradecía.

Cuando apoyó su brazo izquierdo sobre el escritorio de la asesora de la universidad, tuvo que atenerse a parpadeos continuos, sonrisitas, sonrisitas y un escote pronunciado, solo para recibir la ingrata noticia de que "La jornada del alumno Wu, ya finalizo."

Rechinó los dientes, y no se molestó en aparentar tener una cita importante para alejarse descortésmente de aquella mujer.

Buscó en las zonas concurridas de la universidad, era muy grande e incluso tenía un bulevar y estacionamiento. Suspiró cuando sus pies se detuvieron frente a las puertas de madera pulida y antigua, de la biblioteca.

El olor a viejo y polvo, le acarició las fosas, los tallados épicos en las paredes junto con las pinturas y el techo de vidrio templado le dieron el suficiente ambiente clásico.

Paseó por los estantes de dos metros, repletos de libros de mil temas diferentes, sintiéndose en una especie de viaje en el tiempo, pasando desde la Teoría de la Relatividad de Einstein, hasta la novela inglesa de Angust.

Los murmullos y la luz ambiental le habían dado un toque de paz, que extrañamente empezaba a disfrutar. Detuvo su paso aleatorio y cogió un libro para ojearlo, su tarea de encontrar a Luhan había pasado a un segundo plano.

Al quitar el libro del estante, la fugaz vista de un chico cruzar por el otro lado, lo descolocó tanto que el cuero del libro tembló en sus falanges.

Su garganta se secó y, en un acto desesperado por confirmar su locura, quitó el segundo libro, pero nadie se hallaba detrás. ¿Había enloquecido?

Negó con la cabeza alocando sus cabellos, pero el fantasma del chico le persiguió cruzando a sus espaldas al siguiente estante, se sentía atrapado en un laberinto. Siguió un ritmo en sus pasos que podía catalogarse como desesperado, vagando por los miles de estantes buscando otra coincidencia.

¿Lo había imaginado?

¿Era otra jugarreta de su mente aburrida?

Resignado y apenado de su propia conducta recostó su espalda contra el librero de madera y golpeó su cabeza levemente.

En ese momento sintió que el libro tras su nuca ser retirado, ladeó la vista y en la abertura observó con parsimonia el detalle de su rostro.

Con pelo rojo y labios del mismo color, alejándose con su libro entre sus dedos.

Kai no hizo ápice de movimiento, solo le siguió con detenimiento. El pelirrojo ando con otros tres libros más en los brazos, con una lapicera sobre la oreja y unas gafas intelectuales en el puente de su nariz respingona.

Sintió su pulso acelerarse, y las ganas irracionales de tomarle por la espalda y acercar su nariz al hueco de su cuello y esnifar como hacia siempre en el pasado, le asecharon, pero se contuvo plantándose en ese mismo lugar sin atreverse.

-The Mechanic- |EXO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora