Ducati

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Aclaratoria: Este capítulo es narrado del punto de vista de Fiorella (la protagonista), va narrado en tiempo diferente al que va la novela, si no entiendes, retrocede unos capítulos atrás.

Reunirme con las chicas fue lo mejor que pude hacer para dejarles la tarde a solas a Fabio y Alesandro. Su relación iba mejorando de a poco.

Reímos unas con las otras contando anécdotas graciosas.

—Y cuéntanos niña... ¿Cómo folla tu adorable esposo?—me sonroje mucho ante su pregunta.

—¡Alex! —chille y ellas rieron—, no es problema de ninguna.

—Oh vamos Duc—dice Rosaline sonriendo—, antes eras la más pervertida, no vengas con que tu llama se apagó.

—No es lo mismo, es Alesandro—dije simplemente.

—Todavía no te perdono que no nos hayas invitado a la firma del acta—dijo Gina con una mueca, le sonreí—, ¿para cuando las mini Fiorella's? —negué, porque no habrían mini Fiorella's.

—Alesandro no quiere hijos y creo que me he adaptado a no los voy a tener—ella rodó los ojos—, dice que no quiere traer un ser a este infierno.—tome mi vaso para darle un sorbo a mi agua,

—Chris me dijo que quiere hijos—comencé a toser por la impresión—, me voy a embarazar—sonreí tenue, pero en el fondo tenía tristeza— ¿Por qué no haces tu embarazo que parezca una "falla"? —fruncí el ceño—, o aprovecha esta gripa que tienes y toma antibióticos, lo justificará con eso—las ideas vinieron a mi mente.

—En un par de meses me gradúo —gritos de felicidad y abrazos de las chicas me hicieron sonreír grande. Miré la pancita de Rose, se comenzaba a notar. Si ella estaba embarazada.

Alex y Daniela se miraban nerviosas.

—Oigan, algo pasa entre ustedes y suéltenlo— dijo Rosaline. Ella trataba de mantenerse bien después de la muerte de Axel.

—Alex y yo estamos saliendo—Daniela habló tan rápido que fue casi inentendible.

Gina chilló feliz y las abrazó.

—Son mi pareja homosexual preferida— a Alex siempre le gustó Daniela, y me alegraba que puedan ser felices juntas.




Al volver a la casa, Alesandro se encontraba abriendo el portón, entró primero y después yo.

Me abrazó no más bajo del auto y sentí algo extraño en su torso.

—Cariño ¿Qué tienes aquí?—dije palpándolo ví la bolsa que traía en la mano y lo miré sin entender.

—Ven, te enseño en el cuarto—al entrar subimos al cuarto y cerró la puerta tras él.

—Muéstrame— se retiró la camisa y en su costado vi algo que me costó creer mucho. Tenía un tatuaje con mi nombre a lo largo del costado izquierdo y su torso estaba envuelto en papel film. Mis ojos escocían, no creía lo que veía. —Es, es muy hermoso.

Él me abrazó y me dio un beso suave.

—Tengo que bañarme y cambiarme esto—me rasqué la nuca.

—Una pregunta: ¿Cómo te cuidas eso?

—Bueno, esto tengo que quitármelo máximo cinco veces al día, no puedo exponerlo al sol y tampoco al agua, debo salpicar un poco de agua y aplicarme la crema antibiótica—dijo tranquilo—, esperar a que se seque en el tatuaje y dejarlo respirar una hora.

Hicimos todo higiénicamente y el tatuaje se veía precioso, le aplique la crema lentamente con las manos limpias, cuando terminé sonreí.

—¿Cómo sientes de la gripe? —menee la cabeza. Estaba sentado en la cama sin la camisa.

—Normal, me duele la garganta y el cuerpo— acarició mi cabello—, si sigues haciendo eso me dormiré y no te colocaré la venda.

—Esa es la idea, anoche no dormiste nada—se dirigió al baño y salió con el tatuaje tapado por una venda y la camisa puesta—, duerme tranquila, aquí estoy—asentí y mis ojos se cerraron.


Sentí que me movían suavemente. Las manos de Alesandro en mi rostro me hicieron abrirlos lentamente.

—Amor, despierta, estás encendida por la fiebre, llamé a la doctora y está aquí para revisarte—una mujer se acercó y comenzó a revisarme como era rutinario. Me colocaron unas pastillas y las bebí tranquila.

Después de un rato se fue y el sueño se desvaneció un poco dándome más conciencia.

—Tengo frío—me tapó con la colcha y me abrazó—, ¿Qué hora es?—hablaba lento.

—Son las dos de la madrugada, cariño— me dijo quitándome el cabello del rostro.

—¿No dormiste?—negó—, no quiero sonar dramática pero me duele mucho el cuerpo y me quede dormida con este pantalón y es muy incomodo, quítamelo Alesandro, por favor— me sacó el pantalón y se recostó a mi lado.

Enrolle mis piernas entre las suyas buscando calor, la cabeza me daba vueltas y seguí nauseas. Como pude me levante y solté todo en el cubo de basura de nuestro cuarto.


Mire a Mi lado y no estaba a mi esposo, me levante, bajé las escaleras y fui al sitio donde normalmente se encontraba a estas horas de la mañana, su gimnasio.

Abrí la puerta y como era costumbre la música sonaba fuerte, y se encontraba golpeando un saco concentrado, me acerqué al estéreo y baje la música. Volteo a ver y le sonreí, y se acercó a mí y me dió un beso en la frente.

—Deberías ir a desayunar—- mis brazos lo iban a rodear y tomó antes de poder tocarlo— estoy sudado linda, ni se te ocurra abrazarme así— su risa era tan preciosa. Realmente todo él es perfección hecho humano, es inteligente, cariñoso, respetuoso. Tenía la sonrisa más sexy y hermosa que conocí en mi vida, era discreto y serio cuando tenía que serlo.

Asentí sonriente y fui a la cocina y desayuné junto a Marie, era una mujer espectacular, divertida y alegre. Subí al cuarto a bañarme y ví a Alesandro vistiéndose, su tatuaje nuevo ya estaba cicatrizado.

—¿Sabes qué? Tus tatuajes te lucen demasiado—el sonrió colocándose la camisa—, debería hacerme uno y ver que tal me queda.

Él asintió:— Pero ¿soportaras el dolor? —me encogí de hombros.

—Hay dolores peores en la vida que el de un tatuaje, por ejemplo, el psicológico, ese sí es feo—me abrazó y dio un beso en mi boca.

Amor Eterno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora