Cuando estuvo desnuda por completo me dedique a darle una larga mirada. Me sentía feliz y emocionado de una manera u otra, no me sentía presionado o ahogado con la noticia, no sabía si había madurado o acepte todo de buena manera.
—¿Qué me miras? —preguntó suavemente. Su cabello caía a los lados de sus pechos llegando un poco más abajo de su cintura.
Seguí mirándola sin decirle nada, me encontré pensando cómo se vería con el vientre más abultado.
—Te verás hermosa con la pancita—sonreí feliz y ella soltó una corta risa.
Le bese el cuerpo entero, demostrándole de todo el amor que le profesaba. No tendía a ser romántico ni tan cariñoso cuando lo hacíamos, pero algo me decía que era lo que ella necesitaba y deseaba en ese momento.
Agradecía cada buen momento que me había hecho pasa junto a ella, siempre le pediría perdón por mis errores porque sabía que eran demasiados y si algún día no estábamos juntos juraba que la buscaría hasta en el fin del mundo para que volviera a mi lado.
En el tiempo que fui su novio entendí, que era mejor tener a una sola mujer que te acompañará en las buenas y malas que tener a mil mujeres solamente para la cama, que era bueno escuchar y soltar un poco, que si seguía con la vida que tenía me joderia a mí mismo a largo plazo y que si no estaba con ella ahora no sería nunca.
La vida dio infinidad de vueltas para nosotros pero cuando algo es para ti lo será cualquier día, sea hoy, mañana, en mes, un año o quizás más, como pasó con nosotros. Dure más de tres años esperando algo que me cambiara aún sin saberlo, cuando ese algo llegó no lo supe identificar como en los cuentos, además no ese algo no era algo, era alguien y llamaba Fiorella Ducati.
—Y quiero saber qué pasa por esa mente tuya—dijo sacándome de mis pensamientos.
—¿Sabes qué? Se me detiene el mundo cuando te beso— le sonreí—. Se me acelera el corazón cuando sonríes y inconsciente me asusto cuando te molesta porque siento que te pierdo— hacia formas en mi pecho desnudo mientras me miraba—, también que no soy maricón que toda mujer desea y me siento extraño hablándote así, pero te amo mucho Fiorella y siempre lo haré—me dio un beso en los labios.
—Siempre te he amado y siempre lo haré.
Al día siguiente al final de la tarde salí de la empresa y me encaminé a buscarla. Mentiría al decir que no había tráfico pero intentaba evitarlo para buscarla rápido.
Media hora después estacione afuera de la clínica y entre, el olor antiséptico me invadió pero lo ignore, al estar frente a la puerta, que estaba casi cerrada, de su consultorio oí una voz adicional a la de ella así que agudice el oído.
—Una simplona de veinte jodidos años no me quitara mi puesto en el hospital—era la voz de un hombre, respire profundo pero seguí oyendo.
—El caso de Ariadna es mío—dijo Fiorella con simpleza—, no tengo la culpa de ser buena en lo que hago.
—Mira zorrita, ese caso es mío y ninguna puta aparecida como tú me lo quitara—no aguante más y entre molesto.
El hombre está frente Fiorella acorralándola, lo tome por el cuello de la camisa bruscamente:— Repite lo que dijiste a ver si eres tan hombre, maldito—el descarado se echó a reír terminado de desatar todo tipo de furia existente en mi.
Golpee su cabeza contra el escritorio molesto, él dio un golpe en nariz haciéndome sangrar, le di un golpe en el ojo y dio uno en mi abdomen.
Los gritos de Fiorella, no me calmaban, no sabía qué cantidad de golpes estaba dándole, le solté una patada en la entrepierna y me lancé sobre él para seguirlo golpeando cuando jalaron hacia atrás, no sé como hice y me volví a soltar para seguirlo golpeando.
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Amor Eterno ©
Acción¿Eres capaz de todo por amor? Saga "Amore Tossico": Segundo libro #2 En edición...