—¿Por qué te pidieron esa carta?—me pregunto comiendo el postre —, es para personas extranjeras.
—Porque no nací aquí en Italia y tengo nacionalidad alemana—dije tranquilo. Abrió los ojos impresionada.
— ¿Eres alemán?—asentí—, yo sé hablarlo—dijo emocionada. —¿cómo eran tus apellidos originales?
Reí
—Creo que uno de mis verdaderos padres lo es o lo era—dije encogiendome de hombros.Ella me sonrió.—Alesandro Trimmer Gabini, ese es mi nombre original.
—Es un nombre hermoso —sonreí —, ¿por qué no has querido buscará tus papas?
Pasé saliva y tome aire:— ¿para qué buscar a alguien que me abandono en un orfanato cuando tenía tres años?—dije sonriéndole—, por más que me duela, no valen la pena.
—Algún día dejará de doler, te lo prometo cariño—dijo acariciando mi mano.
—¿Qué quieres hacer esta noche?—sus ojos brillaron de manera diferente, miraba su plato con una sonrisa pícara en su rostro.
—Dime tú—me miraba fijamente—. ¿Qué deseas esta noche?
Reí y ella me sonrió juntando sus manos sobre la mesa.
—Deseos muchas cosas ¿sabes?—dije guiñándole un ojo—, pero no sé si estés dispuesta a complacerme y dejarte complacer—la indirecta la hizo sonrojarse.
En ese momento llegó la cuenta pagué y salí de la mano con ella. Le lancé una mirada asesina a un hombre que no la dejaba de mirar.
Cuando me iba a subir se interpuso entre la puerta y yo:—¿Me crees cobarde?—dijo cruzando los brazos sobre sus pechos, lo que hacía que se viesen más pronunciados. Aparte la mirada y negué.
—Cobarde nunca—le susurre al oído—, pero ¿te sientes preparada para hacerlo esta noche?—pregunté acariciando su cuello, su piel se erizo y se apartó
Subió y yo también, en el camino iba tarareando una canción que yo desconocía.
Al llegar a la casa abrí la puerta y como siempre la hice pasar primero, ella caminaba contoneando las caderas, suspiré pesadamente controlándome para no ponerla contra la pared.
Entre directamente a mi estudio, necesitaba revisar los papeles que habían dejado los Di Franco y unos que me dio el abogado.
Me quite el sobretodo y me desabroche los tres primeros botones de mi camisa. Leía tranquilamente los documentos, tachaba alguna que otra cláusula que no me parecía, los documentos que me dio el abogado era el permiso que necesitaba la tía de Laura. Estaba cómodamente sentado con los pies sobre el escritorio, el sonido de la puerta me hizo saber que Fiorella había entrado, pero estaba tan obstinado y concentrado con los documentos que dejaron mis padres que ni levanté la mirada.
"Esposa no puede devengar dinero del seguro de vida" es maldita cláusula me hizo arrojar los papeles y soltar maldiciones.
—Calma tigre—dijo sentándose en escritorio—, no me importan los papeles ¿esta bien? Estoy enamorada de ti no de tu dinero.
—Malditos, malditos mil veces—dije pasando mis manos por mi cabello—, si me muero el maldito e imbécil dinero tengo que dejarlo al aire. Malditos—dije entre dientes. Sentí los pies de Fiorella sobre mis piernas, lo que me hizo mirarla
—Tranquilo—susurro. Se había cambiado de ropa, llevaba un simple camisón de seda color blanco que hacia mi imaginación volar a mil por hora.
—Fiorella Ducati, ¿qué quieres de mí? —dije tomándola de las caderas y acercándola hacia mi, quedó sentada en mi regazo, ella sonrió besando mis labios, jale levemente su labio inferior para sonreír también.
—Te corrijo, Fiorella de Di Franco Ducati, estoy casada—dijo levantando su mano con el anillo—, lo quiero todo—me mordió el lóbulo de la oreja— ¿me darás lo que quiero debo esperar más.
Mis manos bajaron de sus caderas a su culo apretando, ella jadeo:— Tendré que aprender a ser delicado—acaricie su cintura por debajo del camisón—, no conozco eso en el sexo ¿sabes? Me gusta rudo y fuerte—besó mi cuello.
—Eso es muy interesante—dijo abriendo mi camisa—, no sé qué me gusta.
Sonreí con malicia, me levanté de la silla con ella, sus brazos se aferraron a mi cuello, sin saber a dónde iba subí las escaleras besando su cuello.
La coloqué sobre la cama, termino de quitar mi camisa y sonrió mirando mi torso.
—Tanta perfección junta es casi imposible—negué, no era perfecto, nunca lo fui.
Bajé los tirantes y poco a poco el camisón fue resbalando de su piel, dejándola solamente en bragas. Un suspiro pesando salió de mi boca, Fiorella hizo un ameno a cubrirse y tomé sus manos entrelazando sus dedos con los míos:— Tranquila linda, la perfección nace de la imperfecto—dije para besarla salvaje—,serás primera y última mujer que pise mi cama.—saber eso la hizo sonreír.
Mi mano viajó al interior de sus bragas, la humedad y el calor me hizo sonreír. Sus besos recorrían de mi cuello a mi pecho, bajó el pantalón que fue a parar a alguna parte del cuarto.
—¿Estás segura?—le pregunte en su gemido ya que su mano acariciaba mi pene sobre el bóxer—, no sé si cuando empiece pueda parar.
—Tranquilo cariño, hazlo— la miré a los ojos y me guiñó uno de ellos.
Bajé la última prenda que cubria su cuerpo para después bajar la mía. Nos miramos, ella enrosco sus piernas a mis caderas y de un movimiento estuve dentro de ella.
Se sentía tan bien, era diferente, un gemido salió de sus labios y un jadeo de los míos, besaba sus senos y los lamía y salía de ella para volver a entrar de una estocada. Sus uñas rasguñaban mi espalda, lo que me provocaba un dolor excitante. Apretaba su culo, era grande y sus caderas parecían infinitas, le hacían honra a su nacionalidad latina.
Al terminar coloqué los brazos altos lados para no caer sobre ella, su cuerpo temblaba por el orgasmo, sus ojos estaban cerrados, plenos. Quite un mechón de cabello que ama sobre su rostro y ella los abrió y me sonrió.
—Gracias cariño—me susurró—, te amo demasiado
Me recosté a su lado y la jale a mi pecho, sus piernas sobre las mías y pecho sobre el mío. No quería pensar en nada más allá de la mujer que están conmigo ahora mismo.
—No me agradezcas, también te amo linda.
—Acaríciame la cabeza y el rostro—dijo mirándome con una sonrisa tímida—, me gusta cuando lo haces, me relaja tu toque—asentí e hice lo que me pidió, después de un rato se durmió. Le coloqué una almohada para abrazar, me sentía pleno, lleno, amado.
Eran las nueve de la noche, pasé mucho tiempo en el estudio. Me fui a la ventana, agradecí que no teníamos vecinos rodeando la casa.
Encendí un cigarrillo, nunca fumaba con ella cerca o despierta, respetaba el hecho de que ella no fumaba.
Me dio hambre, así que me coloqué el bóxer y bajé a buscar que comer.
No quería despegarme de ella, nunca más.
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Amor Eterno ©
حركة (أكشن)¿Eres capaz de todo por amor? Saga "Amore Tossico": Segundo libro #2 En edición...