Pasaron cuarenta y ocho horas cuando tuvimos al niño en brazos para llevarlo a casa, el entierro de Rosaline había sido el día anterior, mentiría al decir que Fiorella no lloro, porque si lo hizo y mucho. Estaba aceptando que no vería más a su mejor amiga, que ya no tendría más vivencias junto con ella, solo las que tuvo antes de que muriera que se convirtieron en recuerdos.
En esos dos dias, buscamos todas las pertenencias del bebé en casa de Rosaline y las trajimos a casa, tenía su propio cuarto con muchísimos juguetes y lujos, por el momento su cuna estaría en nuestro cuarto, hasta que tuviera los meses suficientes para dormir solo en cuarto.
Al llegar a la casa Fiorella lo traía en brazos ya que no me sentía capaz de cargarlo por lo pequeño y menudo que era.
Saludamos a Marie que miraba al bebé con cara de ternura y yo reí suavemente. Al estará a nuestro cuarto Fiorella lo depositó suavemente entro de la cuna, meciéndola suavemente, cuando se durmió completamente suspiro tranquila.
—Es un niño precioso—dijo sin dejar de mirarlo, asentí mirándolo también, se acercó hasta donde estaba y colocó su cabeza en mi regazo con sus ojos cerrados—. ¿Me das un beso?—me pidió aún con los ojos cerrados.
Le di un beso suavemente, sin prisa y sin ninguna intención, ella tomaba mi labio inferior entre los suyos jalándolo, roce mi lengua con la de ella y se apegó más a mi. Cuando nos faltó el aire nos separamos con la respiración pesada.
—Parece que no da que hacer—dije refiriéndome a Jacob.
—No te confíes y espera unas hora cuando tenga hambre—rió suavemente—, se despertara cada dos o cuatro horas, con hambre más que todo—asentí.
—¿Y cómo sabes tanto? No estudiaste medicina infantil.
—Todos lo médicos sabemos nociones básicas de cada especialidad—se encogió de hombros—, hice practicas en hospitales y clínicas, se poco de medicina infantil pero el suficiente para saber cuidar a un recién nacido.
—¡Fiorella anda!—le dijo Marie tranquila—, vete tranquila, mi niña que yo cuido bien a tu niño —suspiro y yo la miré transmitiendo tranquilidad. Era el día de nuestro aniversario pero de último momento se negaba a querer salir.
Ella de poco le colocó a Jake en los brazos a Marie luego de depositar un beso en su frente.
—Te quiero, Jake—susurró, sonreí maravillado de lo rápido que nos habíamos encariñado con Jacob y de la manera tan amorosa que Fiorella lo trataba.
Subimos al auto y ella me miró asintiendo. Lo encendí y ella cerró los ojos ante el rugido del motor, «Nunca cambias», pensé.
Al llegar restaurante, el valet recibió las llaves del auto, entramos y Fiorella trago grueso al ver cómo era todo, era bastante elegante, todo era negro, rojo o de cristal.
Un hombre nos llevó hasta nuestra mesa y la boca de Fiorella se se abrió levemente, no comeríamos alrededor de nadie, reserve la terraza solo para nosotros.
Nos dejaron para mirar el menú y la vista que se tenía desde allí era magnífica, se veía parte de la ciudad y el cielo estrellado.
—¿Qué pedirás preciosa?—ella me miró con una sonrisa apenada.
—No lo sé, realmente no entiendo nada del menú—tome su mano por encima de la mesa.
—¿Qué quieres comer?—ella entrecerró sus ojos pensativa.
—Camarones—dijo y seguido se saboreo los labios. Asentí y miré el menú, recordando las cenas y explicaciones de mamá de Laura sobre la comida.
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Amor Eterno ©
Acción¿Eres capaz de todo por amor? Saga "Amore Tossico": Segundo libro #2 En edición...