Capítulo 38

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Entre a la habitación de Antonella y Fiorella estaba con ella, amamantándola. La última levantó en rostro y me sonrió.

Estaba sentada en la mecedora con la niña y yo me senté en la orilla de la cama de la pequeña.

Jake cada vez que podía miraba a la niña con curiosidad, la verdad mucha curiosidad, otra Navidad se nos venía encima debido a que ya habían pasado dos meses del nacimiento de la princesa de la casa.

Le extendí los brazos a Fiorella cuando la terminó de alimentar y la colocó sobre ellos. La pequeña abrió sus grandes ojos en mi dirección y yo le sonreí en respuesta.

—Hola, mi princesa hermosa—la pequeña abrió su boca balbuceando— ¿Cómo estás? Te extrañe—dije colocándola contra mi pecho, me había reincorporado al trabajo después de su nacimiento y los tres me hacían más falta que nunca—, pero tu papi trabaja para que ustedes estén bien y tengan tooodo lo que quieran—la pequeña me miraban con su ceño un poco fruncido y le di con el dedo en la frente suavemente.

Fiorella nos miraba cómoda desde su posición mientras sonreía, la niña cerraba sus ojos de momentos ya que tenía sueño pero yo no la quería soltar pero Fiorella me obligó después de sacarle los gases.

Salimos de la habitación y le di un beso Fiorella tomándola de las piernas las cuales enrollo a mi cadera.

—Me merecía mi respectivo beso ¿no?—asentí con los ojos entrecerrados.

Diría mentiras al decir que Fiorella no se comenzó a cuidar la figura luego del parto, fajas reductoras y trotar juntos en las mañanas la ayudo bastante.

—Amo a mi hija—le solté riendo—, tenía que mimarla sino no sería yo—Fiorella se carcajeó un poco y me miró cariñosa.

La baje y ella miro mis manos curiosa :—¿Conflictos en la empresa? —me encogí de hombros y una mueca de desagrado me pasó por el rostro—, ¿Qué rompiste esta vez?—pase saliva y suspire.

—Un escritorio, el escritorio de Nick—le susurré divertido y ella negó dándose un corto golpe en la frente.

—Tú no cambias cariño—reí suavemente—. ¿Podríamos salir esta noche? Tú y yo, a una disco o una fiesta. También a un hotel—mencionó mirándome picara y yo asentí.

—Un amigo me invitó ayer a una fiesta que haría hoy en su casa—ella arqueo una ceja—, podríamos ir y después a un hotel—asintió complacida. Era viernes por la noche así que no le vi nada de malo.



La música retumbaba por toda la casa. Fiorella me sonrió picara y yo a ella. Éramos jóvenes y no tenía nada de malo -que aunque teníamos dos pequeñas responsabilidades en casa- saliéramos de vez en cuando.

Bailábamos muy pegados el uno al otro, cada uno con un vaso de licor en la mano, reíamos los dos de las locuras del otro.

Dejamos de bailar un rato y varios conocidos (más que todo míos) nos saludaron, Fiorella obtenía miradas de muchos, ella era simplemente hermosa y eso nunca cambiaría.

Después de cruzar entre varios cuerpos llegue al baño para hacer mis necesidades. Al salir Fiorella hablaba muy cómodamente con un chico lo que me hizo fruncir el ceño.

Llegue a atrás del chico y le coloque una mano en el hombro haciéndolo exaltarse lo cual casi me hizo soltar una carcajada.

—¿Se puede saber qué haces con mi chica?—el chico se volteó y al mirarme se sorprendió al igual que yo. Era un ex compañero de clases.

—¿Moreno? ¿Qué tú no estabas comprometido hace poco?—Fiorella soltó una risa y yo le sonreí.

—Con ella—señale a Fiorella con la barbilla y él la miró sorprendido.

Amor Eterno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora