Capítulo 35

1.9K 125 4
                                    

Todo surgió bien después de eso, el hombre al saber quién era yo retiró la denuncia porque no llegaría a nada con ella. Jake estaba más grande al igual que el vientre de Fiorella.

La familia se tomó con mucha felicidad la noticia de que seríamos papás. Fiorella había dejado de trabajar ya que había cumplido los cuatro meses y tal cual lo acordado hizo a un lado su ajetreado trabajo.

Jacob era un niño precioso y bastante tranquilo, adoraba a Fiorella y amaba que yo lo cargara.

Ese día ibamos en camino para el medico ya que le tocaba consulta, sabríamos el sexo del bebé.

Al entrar Fiorella me tomo la mano apretándola nerviosa, le acaricié el dorso y entramos al consultorio de la doctora.

Ella se recostó en la camilla y yo me pare a su lado tomándole de la mano. Le vertieron el gel en el abdomen que estaba abultado, se estremeció por el frío.

—¿Cómo está todo doctora?—le pregunté refiriéndome a el bebé.

—El condenado no se deja ver—Fiorella rió y ella movió el transductor—, ya va, nene no te muevas—Fiorella volvió a reír divertida y la doctora sonrió—, ya está, te agarre.

Esta tomó los valores del bebé anotándolos en la ecografía que imprimió. Le resetó unas vitaminas y nuestra cara de curiosidad nos delató.

—¿Qué es doctora?—le preguntó Fiorella exasperada.

—Bueno, señores les aviso que tendrán...—hizo una pausa sonriendo— ¡Una niña!

En ese momento casi salte de la felicidad, Fiorella sonrió emocionada y nos abrazamos felices. Salimos del consultorio felices y la tomé en brazos abrazándola. Al subir al auto Fiorella dio un chillido feliz.

—Tienes que contarme tu secreto Alesandro Di Franco—me pidió riendo.

—Dicen que cuando las mujeres se ven más bonitas embarazadas es una niña, y decía la mamá de Laura que cuando son concebidos en invierno hay más probabilidades de que sea niña—le comente emocionado.

—¿Me sigues viendo bonita gorda Alesandro?—asentí manejando.

—Podrías ser gordita o anorexica y te seguiría viendo preciosa, Fiorella— dije serio

El camino fue silencioso hasta la casa.

—La bebé se llamará Antonella ¿cierto?—asentí.

—Por supuesto que sí, eso era lo acordado hace bastante tiempo—ella rió y me abrazo—, Antonella será rubia, de ojos verdes y piel pálida pero tendrá mi carácter—pensé en voz alta.

—¿y si es castaña como tú? ¿Y es alta?—negué.

—Yo no era castaño, recuérdalo—le explique—, dudo que sea alta pero si tú lo dices.


Me desperté exaltado por un sonido que provenía de abajo, sin mirar tome mi pistola y baje corriendo las escaleras.

Vi las luces encendidas de la sala y la cocina, me acerqué a la cocina y vi a Fiorella en puntillas intentando alcanzar algo de la repisa.

—Maldita sea, corazón, ¿qué se te cayó? Me has asustado—dije restregándome el rostro, ella me sonrió apenada.

—Tengo hambre y vine a buscar algo de comer—me dijo en voz baja—, ¿me ayudas?

Me acerqué y de un movimiento baje la caja de cereal que intentaba alcanzar seguido de un beso en su hombro.

—¿Por qué no comes otra cosa? Si quieres te preparo algo de comer—le dije tranquilo y ella negó.

Amor Eterno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora