Capítulo 28

1.8K 121 6
                                    

La navidad se estaba acercando, faltaba un día, Fiorella decidió decorar la casa y yo la estaba ayudando faltaban solo unas pequeñas cosas.

—¿Dónde coloco estas luces?— le grite desde arriba y ella pensó.

—En la baranda de la escalera se verían preciosas—dijo de la misma manera.

Al terminar los últimos toques encendimos las luces y todo se veía espectacular, ella me abrazó y di un beso en su frente.

—Me está comenzando a gustar la Navidad —dije mientras miraba todo con una sonrisa.

—Es una hermosa época del año —asentí—, cuando tenía como trece o catorce iba mucho iba a patinar con las chicas en esta época.

—¿Qué nos falta para la cena? —dije yendo a la cocina—, no quiero salir de último momento, porque todo estará abarrotado

Ella se agacho para mirar en la gaveta de las verduras cosa que hizo que su trasero se viera más grande, coloque una mano en el, acariciandolo.

—No falta nada—se levantó quitando mi mano, dio un bostezo y enrollo sus brazos en mi cuello—, cárgame hasta la cama ¿si?—reí y la tomé en brazos.

—Cuando quieras.

Subí con ella y la deposite en la cama, la cubrí con la cobija y cuando iba a salir su voz me detuvo.

—Quédate aquí, al menos hasta que me duerma—asentí y me recosté a su lado—, tienes varios días que ni pisas la cama cariño ¿qué te preocupa?

—Nada en particular, solo que he tenido pesadillas y eso es como ahuyentar mi sueño.

—¿Qué sueñas exactamente? —me preguntó.

—Sueño que me golpean y que abusan de mi—susurré. Ella se sentó de golpe y encendió la lámpara.

—Alesandro ¿Abusaron de ti?— me pregunto en voz baja.

—No te sé decir exactamente si pasó o no pasó— la confusión en mi voz la hizo preocuparse—, es muy borroso mi recuerdo. Nos golpeaban casi a diario y a veces nos dejaban inconscientes. Cuando cumplí doce nos mandaron a una casa de acogida pero allí faltaba el dinero pero teníamos buenos cuidadores.

Ella me rodeó suavemente con sus brazos mi torso.

—Entiendo, cariño—me susurró—. Quiero que vayamos al psicólogo Alesandro, juntos.

—¿Crees que lo necesitamos?— ella asintió—, conozco una buena psicóloga, podríamos ir en lo que se reanuden todas las actividades laborales.

—Antes iba al psicólogo semanal—me dijo—, en parte eso me ayudó mucho con mis traumas.

—¿Me estás diciendo traumado? —dije haciéndome el ofendido.

—No, no eres un traumado Ale—dijo riendo.


Sin darme cuenta la noche anterior me quede dormido hablando con ella, cuando desperté sentí algo pegado a mi frente, la retire y vi que era una nota de Fiorella: "Hola mi amor, revisa el pavo que está en el horno. Salí al centro comercial para hacer unas cositas.

Te amo, F." , decía la nota escrita con letra cursiva.

Me lave los dientes y el rostro, baje y revise el pavo, le di la vuelta y cerré el horno. Le marque a Gina de mi teléfono para hablarle del regalo de Fiorella.

—Hola Gina ¿como estas?—le pregunté cuándo contestó.

—Bien bien Alesandro. Cuéntame ¿pasó algo?

Amor Eterno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora