No tenía pensado decirles nada a mis padres, pero cuando vieron la cara que traía, me hicieron muchas preguntas y les tuve que contar el altercado ocurrido en casa de mis tíos.
—¡Maldito chupasangre!, ese tal Nicolás... ¡Es una bestia! —gritaba mi padre claramente indignado—. Mis dudas han sido confirmadas, sabía que era un mal tipo. Ya sospechábamos desde hace tiempo que ese vampiro maltrataba a la dulce Julia, y Carla nos lo acaba de confirmar. Y tú hermano... —dijo esta vez mirando seriamente a mi madre—. ¡Se lo permite! —rugió.
Me arrepentía de haberlo comentado, esto solamente hacía empeorar más la situación; había mucha tensión en el ambiente y las cosas estaban bastante caldeadas ya de por sí, como para añadir más leña al fuego.
—¡Miguel, no me hables así! —le riñó mi madre algo enfadada—. Además, ¿qué quieres que haga él?. Sabes perfectamente que Ben no puede hacer nada y que tiene las manos atadas, al igual que las tenemos nosotros. ¡Que todos los humanos!, si viene al caso... —estalló mi madre, también alterada.
Salí del salón, dejándolos solos con su mal humor. No sé si notaron mi ausencia, tampoco era algo que me importara. Estaba harta, cansada del asunto vampírico. Necesitaba desconectar y por eso me fui a mi cuarto a leer un rato.
Apenas podía concentrarme en la lectura, pero al menos ya no tenía que ver y escuchar a mis padres discutir.
Y así pasé el resto de la mañana y después de comer algo, poca cosa, me pasé lo que quedaba del día encerrada en casa, ayudando a mi madre con las tareas de limpieza. Así podría tener la mente ocupada en algo; no quería pensar en Vampiros ni en nada que se les pareciera.
***
No me di cuenta lo tarde que era ya, estaba apunto de anochecer y yo seguí sumida en mis tormentos pensamientos. Justo en el momento en que terminé de barrer el porche de la entrada, mi madre se me acercó y me dijo que teníamos que hablar seriamente. Dejé la escoba apoyada en la pared y ambas nos sentamos en las sillas de forja que se encontraban cerca de nosotras.
—¿De qué se trata ahora, mamá?
—De Eric —Tras nombrarle a él, se produjo un incómodo silencio, seguido de un profundo suspiro por parte mía. Sin duda, esta conversación iba a ser interesante—. Acaba de llamar —confesó—. Va a enviar a unos súbditos suyos para recogernos.
Sentí como me daba un vuelco el corazón. No pensé que ése día, en el que sería entregada a un total desconocido que era nada más ni menos, que un vampiro, fuera a llegar tan pronto... Que fuera a ser HOY, AHORA, ¡¡¡YA!!!
Cogí bastante aire de golpe y lo solté lentamente. Después de mi gran suspiro, le pregunté tranquilamente, consciente de que no serviría de nada alterarme:
—¿A qué hora vienen?
—Estarán aquí en menos de una hora —contestó después de mirar su reloj de muñeca.
—¿Tan pronto?, pero tengo que prepararme, ¿no? —pregunté incrédula y toda nerviosa, pues en menos de una hora, seguramente iba a tener que verme en la obligación de abandonar mi vivienda, la que era mi hogar, quizás por muco tiempo— ¿Y qué hay del vestido de novia?, necesitaré uno o algo parecido, ¿verdad? —Mi calma se había esfumado al igual que había venido, sin previo aviso.
—No te preocupes por eso, allí te prepararán para la ceremonia. Solo tienes que preocuparte en tener el equipaje listo —Ahora se puso de pie—. ¡Vamos!, te echaré una mano con eso.
—¿Equipaje?, ¿cuánto tiempo voy a estar fuera? —Ella no respondió, solo se encogió de hombros—. Me quedaré a vivir allí con él, ¿no es eso?
ESTÁS LEYENDO
Saga La Era De Los Vampiros, Libro I: Dulce Cautiverio
RomanceCarla Morgan acaba de despertar de un largo coma para descubrir que todo había cambiado drásticamente: los vampiros existían, se habían dado a conocer, eran ahora los dueños del mundo, y ella estaba comprometida con uno de ellos sin su conocimiento...