XXVII.

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¿Te digo otra cosa que me encantaba de ti?

Que dejabas que te tomara todas las fotos que quisiera.

Amabas las fotografías y a las cámaras.

Y adorabas que yo te tomara fotos porque decías que tomaba un buen ángulo de tu rostro.

Tus palabras me llenaron de amor el corazón.

Aquel corazón que en algún tiempo estuvo vacío.

Estaba claro; llegaste a mi vida para darle sentido.

Nada fue causalidad.

Todo ocurría por un motivo, una razón...

Empujaste mis monstruos y me convertiste en alguien mejor.

Me aferré a ti.

Oh, Daisy...

Los monstruos han vuelto y están debajo de mi cama, y tú no estás aquí para espantarlos.

Oh, DaisyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora