Oh, Daisy

LXXII.

Necesitaba una respuesta.

Pero nunca me la diste.

Y moriste con ese silencio.

Ese silencio que, a veces, mataba.

Me desesperaba que no quisieras hablar conmigo.

Tanto tiempo que pasamos juntos (más del que hubiese imaginado) y nunca dijiste nada.

Nunca me preguntaste si te amaba.

Supongo que pensabas que una persona como yo nunca podría amar a nadie.

Cariño, estabas tan pero tan equivocada.

Porque yo te amaba y te amo.

Con cada fibra de mi cuerpo, con cada pedazo de mi corazón, con mi alma devastada, con todo mi destructivo ser.

Mi intención nunca fue hacerte daño.

Tampoco quería hacerle daño a las personas que querías, aunque ellos me apartaron de tu lado... No iba a lastimarlos. Pero, sobrepasaron mis límites.

Sólo pretendía tener un poco de tu amor.

Las cosas se echaron a perder y tu actitud no ayudó demasiado.

Tu rechazo me empujó al infierno.

¿Por qué me rechazaste de esa manera tan cruel?

¿Sabías que eso rompía corazón?

¿Acaso no te importó?

Porque estuve llorando por horas y horas.

Oh, Daisy...

Yo sólo quería amarte.