LVI.

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Pasaron semanas

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Pasaron semanas.

Ya no llorabas.

Ya no gritabas.

Ya no peleabas.

Ya no me rogabas que te dejara ir.

Sólo te sentabas ahí en la cama, con los ojos puestos en un punto fijo y callada.

Muy, muy callada.

Pareciera que no tenías vida.

Ni siquiera llorabas cuando te tomaba.

O cuando me acercaba a ti.

Siempre mirabas a la nada.

Intentaba hablar contigo pero era como si no me escucharas.

Estabas muerta en vida.

Cansado de tu actitud, me acerqué furioso a ti y puse una pistola en tu cabeza.

No funcionó... Porque no hiciste absolutamente nada.

Entonces, lo entendí todo.

Justo en ese momento lo supe.

Oh, Daisy...

No fue necesario quitarte la vida... ya estabas muerta por dentro y fui tu asesino. 

Oh, DaisyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora