Oh, Daisy

LVIII.

Pude curar tus heridas.

No ibas a morir... Bueno, no por el momento.

Te pregunté por qué lo hiciste y simplemente me miraste a los ojos.

Supuse que no querías hablar de eso.

Pero estaba disfrutando verte sufrir; así como había sufrido yo por ti.

Esa misma noche tuve ganas de dormir contigo, no iba a tocarte, sólo quería dormir con alguien y no sentirme tan solo.

Hacía días que no me atrevía a tocarte. Y no iba a volver a hacerlo.

A pesar de que me causaba placer tu sufrimiento, me sentía solo.

Tú eras mi única compañía y no podía perderte.

Lo más cercano que alguna vez había tenido en mi vida.

Y en medio de la noche, cuando estaba a punto de dormir, dijiste algo que me quitó el sueño.

“Lo hice por la misma razón que tú has hecho todo esto”.

Desde esa noche, no pude dormir por pensar en esas palabras.

Oh, Daisy...

Lo único que he conocido es dolor, tal vez sea la razón por la cual soy un asesino y nací para matar.