Capítulo 9

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Este capítulo incluye lemon, si esta lectura no es de tu agrado, espera hasta el capitulo 12, saludos a todos los que leen


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...


Estaba contra el fregadero, mirándole jadear y jadeando yo misma no entendía por qué se había apartado. Me miró durante unos segundos y salió corriendo de la cocina. Maldita sea, ahora que por fin me había decidido hacia esto, ¡era idiota o qué?, Le seguí jadeando ofuscada.

-¡maldita sea Peeta! ¿Qué pasa ahora? –Le planté cara cuando se sentó en el sofá.

-no puedo hacer esto...no puedo hacértelo...-

-¿Hacerme qué?-

-Esto...no es lo que tú quieres...tu no quieres...-

-lo que yo quiera o no lo tengo que decir yo ¿no?- Espeté. Me miro de nuevo con cara de preocupación y podía notar que con cierto miedo. Asintió levemente, moviendo la cabeza solo una vez, gesto que me hizo sonreír, parecía un niño asustado.

-Así que no digas nada más y bésame idiota

Me agarro de la cintura del pantalón y me tiró sobre él, cosa que me hizo reír como una tonta. Pasé mis brazos por alrededor de su cuello sentándome a horcajadas sobre él y le bese con dulzura. Peeta esta vez no se contuvo me besó con pasión buscando mi lengua dentro de mi boca como si le fuera la vida en ello, la acaricio y luego mantuvimos una lucha feroz dentro de la suya. Se separó para tomar aire y luego volvió a besarme con fuerza, choco sus labios contra los míos con una sonrisa y mordió el labio inferior haciéndome estremecer. El hambre en mi interior se avivó y empezó a pedirme más, y no me opuse a ello. Me solté del agarre de sus dientes y lamí sus labios para luego hacer lo mismo con su lengua, la invité a entrar en mi boca de nuevo y jugar allí, recorriéndonos. En ese momento una de mis manos jugaba con su pelo y la otra apretaba su camiseta sobre su pecho. El calor en mi intimidad se estaba haciendo insoportable, las palpitaciones eran cada vez más fuertes y la humedad impregnaba ya mi ropa interior. Peeta agarraba mis caderas con fuerza, apretando con sus fuertes dedos.

Continuamos el intenso beso, cuando Peeta me pego más a él gemí como nunca lo había hecho, de mi garganta salió un sonido ronco, jadeante, lejos de esos gemidos de dolor a los que estaba acostumbrada. Y por primera vez noté la dureza de Peeta en el centro de mi ser. Jadeé con fuerza y me aparté mirándole.

-¿No te molesta...?-

-¿El qué?- Miró hacia donde tenía la vista fijada y cuando volvía mirarle está completamente ruborizado. Sus finos pantalones deportivos tenían un enorme bulto que ahora mismo estaba entre nosotros- ¿Mi..mi erección?

-Erección...-Susurré repitiendo la palabra, no recordaba haberla oído nunca.

-Solo un poco...por la ropa...pero tiene que ponerse así para...-

-Sé que tiene que ponerse así bobo...- Ahora yo también estaba ruborizada. Sonrió y me beso dulcemente posando su mano sobre la parte más baja de mi espalda en la curva que la separaba de mi trasero.

-Tú también estás excitada...-Asentí apartando la mirada avergonzada y con cierto miedo.

-No va a pasar nada que no quieras...-Me cogió la barbilla haciendo que le mirara y acarició mi mejilla sonrojada.

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