Capitulo 13

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Capítulo 13

Caminábamos hacia la habitación, tenía su mano fuertemente agarrada y eso empezaba a antojarse como si fuera un sueño. No podía estar ocurriendo, no podía estar permitiendo que Peeta y yo acabáramos haciendo "eso". Me estaba entregando sin reservas, y eso no era propio de mí. Cabeceé un poco para alejar ese absurdo pensamiento de mi cabeza. Maldita sea, era lo que mi cuerpo había pedido a gritos durante semanas, sentir esas caricias tan placenteras, derretirme con sus fuertes manos, ahogarme con sus besos. ¿Cómo era posible que estuviera dudando de esas magnificas sensaciones? No iba a arrepentirme, no iba a permitir que eso ocurriera. Me estaba gustando, y quería llegar hasta el final. Quería disfrutar de Peeta sin reservas...

Volví a la realidad al sentir su abrazo justo antes de posar mi pie en el primer escalón. Hundió la cara entre mi pelo y me beso el cuello. Luego aparto esa cortina que había impedido que rozara mipiel y volvió a besármelo. Estaba loca, ¿Arrepentirme de sentir esa respiración acelerada en mi oreja? ¿Arrepentirme del calor en mi vientre? ¿De las palpitaciones en mi entrepierna? Definitivamente podría decirse que estaría mentalmente desequilibrada.

Cuando llegamos a la habitación me senté en la cama mirándole, nerviosa. Él en cambio se quedó de pie, mirándome también con una media sonrisa en los labios. Estuvo demasiado rato así solo mirándome, mordiéndome, mordiéndose el labio de vez en cuando y pasando su mano por su pelo, pensativo.

-Peeta... ¿Qué ocurre? ¿En qué piensas?

-en...que no te puedes ni imaginar, cuánto tiempo llevo deseando este momento...-Sonreí ante su comentario y palmeé la cama a mi lado, para que se sentara. Titubeó un poco pero lo hizo, cogiendo una de mis manos y entrelazándola con la suya.

-¿Y cuánto tiempo es eso?

-demasiado...

-eso no me vale Peeta...-le di un suave beso en los labios -¿Cuánto tiempo? –suspiró y volvió a besarme.

-vas a pensar que soy un degenerado...-Reí suavemente -¿Te acuerdas de...aquel baile en le colegio para celebrar los 25 años como directora de la Señora Mist? Nos obligaron a vestirnos como en la cosecha...e ir a celebrarlo...

-Como para olvidarlo... -Hice memoria, teníamos catorce años, ese año había crecido demasiado y el vestido de la cosecha anterior no me valía por lo que mi madre me arregló uno de los suyos, de cuando aún no vivía en la veta. Aunque de largo el vestido ya me quedaba bien, mi cuerpo era más delgaducho que el de mi madre, por lo que tuvo que meter tela aquí y allá para que me viera bien. Cuando estuvo listo y me miré al viejo espejo el resultado no me gusto, no porque me quedara mal o estuviese fea, sino porque no era yo. Aquel precioso vestido granate de seda con ese lazo negro a la cintura no iba conmigo, no me servía para cazar, no podía llenarme de barro con él.

-Bien...pues cuando te vi...con ese vestido granate...me...fijé en ti de forma diferente...estaba enamorado...si...pero con ese vestido...percibí tus curvas...y deseé...quitártelo...desde entonces...-se había sonrojado, sonreí y le besé en la mejilla acariciándola luego con la nariz.

-Éramos unos críos...yo...solo pensaba en poner comida en la mesa...

-Katniss...lo lamento...-y me besó. En ese momento comprendí que mi comentario le había hecho sentirse culpable.

-Peeta...no...no quería hacer que te sintieras mal...solo que...-suspiré-Hasta...los Juegos...yo nunca había pensado en...estas cosas...besos...sentimientos y todo eso...Me has hecho cambiar mis esquemas...-

Me levanto la cara cogiéndome de la barbilla y me beso dulcemente, pero yo, como compensación aumenté la velocidad de los movimientos de mis labios que la poco tiempo se movían frenéticamente contra los suyos. Jadeé sintiendo de nuevo el calor en mi vientre y acaricie el pecho de Peeta, dibujándolo con los dedos. Noté que reprimía un gemido y abandoné sus labios para dirigirme a ese perfecto cuello. Primero bese su barbilla y el borde de su mandíbula, tenía una leve sombra de barba que me raspaba en los labios pero esa sensación no hacía más que aumentar mis ganas de seguir. Continué por su cuello y ahora me centré en él. Lo besé dulcemente y luego con un poco más de rapidez, succionando levemente. Al poco mis dientes tomaron el relevo y se pasearon con libertad por su piel. Bajaron a sus hombros mientras mis dedos se clavaban en la carne de sus costados. En ese momento fue cuando me di cuenta de que ya no estábamos sentados, si no que Peeta estaba tumbado sobre la cama y yo inclinada sobre él. Decidí acomodarme, y como la posición del sofá me pareció la más cómoda hice como antes y pase ahora mis manos jugaban con la cintura del pantalón de Peeta, era elástica, por lo que no me fue difícil mirar en su interior. Y Allí estaba toda la excitación de Peeta concentrada.

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