Capítulo 34

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Disculpen la tardanza

Creo que en este capítulo habrán muchos comentarios de amor y emoción jajaja al menos por mi parte lo hubieron :D :D


Me desperté por culpa del olor a bollos de queso. Ese delicioso olor se colaba por mi nariz haciéndome la boca gua. Abrí los ojos para encontrarme con dos mares azules que me miraban intensamente. Cuando sonrió me ruboricé casi al instante reprimiendo un bostezo. Siempre me había incomodado que me miraran mientras dormía. Aunque el rubor se fue en el mismo segundo que Peeta posó sus labios sobre los míos. Sonreí contra ellos y los besó suavemente, sin prisa, disfrutando de esa forma de despertar.

-hueles a pan recién hecho...

-es el desayuno Katniss... -su sonrisa me iluminó.

-no...tú hueles a pan...

Volví a besarle dulcemente y luego bajé a besar su cuello. Saboreándolo con mi lengua. Cuando la respiración de Peeta se aceleró fueron mis dientes los que pasaron a hacerse cargo de la piel de esa zona de su cuerpo. Encendiendo mi propio fuego. Cerré el puño alrededor de su camisa y tiré hacia mí pegando su pecho contra el mío que estaba aún desnudo de la noche anterior. Rodeé su cuello con mis manos y busqué de nuevo su boca para besarle con pasión. Justo en ese momento el sonido de mi estómago nos desconcentró. Peeta se echó a reír como un niño pequeño.

-No tiene gracia... -intente atacar sus labios de nuevo pero se apartó

-tienes que desayunar...

-Tengo hambre de otra cosa... -incluso mi voz sonó inocente

-tu estómago no opina lo mismo Katniss... -resoplé dejando que se apartara de mí.

-puedes traerme algo que ponerme para desayunar... me incomoda estar desnuda y que tú no lo estés –puse un dedo en sus labios cuando iba a decir algo –sé que a ti no te importa...pero es raro.

Por suerte Peeta me comprendió y del armario sacó una camisa y unas braguitas de encaje rojo. Se notaba que ese color sobre mi piel le gustaba. Cuando me lo dio me lo puse sin mirarle demasiado para no sentirme incomoda y dejé que colocara sobre mis piernas la bandeja del desayuno. En ella había una pequeña cestita con bollos de queso y dos enormes tazas de chocolate que aún humeaba. Tome una de las tazas y le di un pequeño sorbo. El gemido que salió de mi boca por culpa del sabor hizo carraspear a Peeta. Le miré un poco avergonzada pero sonriendo. Él me devolvió la sonrisa y tomó su taza para beber un poco también.

Cogí un panecillo y me lo llevé a mi nariz, oliéndolo, pan y queso, esta vez reprimí el gemido para no incomodar o molestar a Peeta. Pero mordí lo sonriendo. Y como no, estaba exquisito, como todo el que él prepara.

Comí el panecillo y me bebí lentamente el chocolate. Mientras que mis ojos recorrían toda la perfección que era Peeta. Su ancha mandíbula, sus ojos azules y sus largas pestañas. Adoro cada rayo de sol que juega con su pelo iluminándolo. Es perfecto. Y está aquí a mi lado. Haciéndome bollitos de queso y chocolate caliente. Solo a mí no a Delly.

Acabo el chocolate y poso la taza en la bandeja. Espero a que el termine para continuar con los besos donde los hemos dejado. Pero no lo hace. Se queda mirándome en silencio durante un largo rato.

-¿No comes más? –negué con la cabeza –come un poco más, solo un bollito no es desayuno...

-pero junto con el chocolate sí –sonreí. Podría comerme toda la cesta, pero como le había dicho antes, tenía hambre de él.

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