Capítulo 6

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Capítulo 6

Continué estrujándome el cerebro sentada sobre la cama. Debía hacer algo, pero no sabía qué ni sabía cómo. Las preguntas se arremolinaban en mi cabeza haciendo que mis sienes palpitaran. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? Para mí era mucho más fácil dejarlo todo como estaba, besos caricias y dormir juntos. Maldita sea, por qué Peeta y mi propio cuerpo querían cambiarlo, la situación así era más cómoda...

Estaba perdida en mis pensamientos cuando oí la puerta de la casa cerrarse y luego unos pasos escaleras arriba. Tomé aire y lo solté con fuerza y sin pararme a meditarlo detenidamente decidí empezar a mover ficha, empezaría la función en ese momento. Si Peeta quería ver cuerpos desnudos, eso le daría...Aunque fuera mi propio cuerpo, feo y lleno de parches.

Me deshice del pijama y fui hacia el armario, en braguitas, lo abrí y simulé estar buscando qué ponerme. Justo en ese momento se abrió la puerta de la habitación y mi cara comenzó a arder de espaldas a él. El solo podía ver mi espalda desnuda y mi trasero cubierto tan solo por unas braguitas de algodón color blanco nieve. Me mordí el labio y apreté con fuerza los ojos penando que aquello había sido una idea estúpida. Pero las cartas estaban sobre la mesa, no podía darme la vuelta y simplemente gritarle, no, quería...molestarle.

Cogí la primera prenda de ropa que vi y la apreté en mi puño arrugándola. Me cubrí el pecho con un brazo y me giré un poco, dejándole ver parte de mi torso. Su cara era todo un poema, ojos desorbitados, boca abierta, y mejillas color cereza, se había ruborizado. Me mordí el labio de nuevo, nerviosa. Eso pareció incomodarle porque fijo sus ojos en mi boca y se tambaleo de una pierna a otra, apoyándose ahora en la ortopédica apretando levemente los puños. Sonreí para mis adentros ¿estaría funcionando? ¿Le estaba incomodando?

-¿Peeta...? –intenté que mi voz ronroneara, semejándose a la voz que a veces ponía Effie para intentar conseguir algo –Estoy vistiéndome... -Tartamudeé, me estaba empezando a sentir ridícula.

-Ya...veo.. –Peeta jadeó. Pero no se movió, no dejo de mirarme con esa cara de sorpresa, la boca empezaba a torcérsele.

-¿Me dejas continuar? –intenté poner el mismo absurdo tono de voz y además hice un leve puchero, eso se me daba mejor.

Asintió saliendo rápidamente aún más ruborizado. Suspiré sonoramente y me dejé caer de rodillas frente al armario. Salvo mi equipo de preparación nadie me había visto tan desnuda nunca. Me había sentido un poco indefensa, pero, había conseguido mi objetivo, o al menos eso parecía. Peeta nervioso, desconcertado ante mi desnudez...Mis mejillas volvieron a adquirir color pero intenté reponerme y ahora si empecé a buscar que ponerme.

Miré toda la ropa que tenía en ese gran armario. Demasiada ropa inservible procedente del Capitolio, vestidos de todos los colores, largos, por la rodilla por medio muslo...incluso había alguno aún más corto; camisetas con estampados chillones y multicolores, o lisas de un solo color, la mayoría con poca tela, también tenía un montón de jerséis de invierno, y decenas de pantalones. Era ropa que apenas me ponía, no me gustaba la ropa colorida y llamativa, me gustaba vestir con colores tenues y pantalones largos, mis camisetas apenas tenían escote, aunque fuera verano. Como me había definido Octavia en una ocasión era una sosa. Aunque ahora con Peeta cerca intentaba estar aceptable, procuraba verme bien, que la ropa no mostrara demasiado mis defectos, y que me favoreciera en lo posible.

En el fondo del armario vi una camiseta que nunca antes me había puesto, negra, sin mangad el escote era in poco más pronunciado que el de mis camisetas normales, pero no mucho más. La cogí y la sostuve en lo alto, examinándola. Decidí darle una oportunidad, me puse uno de lo sujetadores de color oscuro que también me había dejado y me puse la camiseta, se ajustaba al cuerpo pero no era incomoda, como supuse el escote era algo más pronunciado de lo que estaba acostumbrada, no demasiado llegaba al inicio de la marcada línea que separaba mis pechos. Tomé unos pantalones vaqueros y me los puse también. Me deje el pelo suelto, formando suaves bucles provocados al haber llevado la trenza hecha.

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