Capítulo 27

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NOTA: eliminé el aviso que deje antes de iniciar el año para que no hayan avisos ni nada de por medio en los capítulos :) si alguno tiene problemas para leerlo avíseme por favor.

INICIANDO EL AÑO CON NUESTRO AMADO PEETA :)

Peeta's POV

Mientras que caminaba por las calles del distrito de la mano de Katniss me sentía el hombre más feliz del mundo. Sentir la mano de Katniss apretando con fuerza la mía era la mejor sensación del mundo, bueno, si quitamos el sexo con ella. Porque si, por fin había sentido esa sensación de tenerla completamente para mí. Por fin habíamos hecho el amor. Y la primera vez había sido tan especial y tan bonita que me había enamorado aún más de ella.

Había conseguido jugar antes con ella, un par de días antes nos habíamos tocado y sorprendentemente le había proporcionado su primer orgasmo, no creía que Katniss llegara a ser tan inocente, ni si quiera se había masturbado. Pero lo era. Era tan inocente que se ruborizaba desnudándose delante de mí. Y seguí sin entender el porqué, vale, tenía cicatrices, pero no menos que mi cuerpo. Y no iba a decir que las adorase, pero esas cicatrices y esos parches de piel más rosada le hacían ser más ella, para mí todo su cuerpo era perfecto. Aunque me había sorprendido la ausencia completa de vello en todo su cuerpo no me desagradaba, así de esa manera podía ver cada rincón sonrosado de su anatomía. Y aunque sabía que creía que tenía los pechos pequeños a mí me encantaban, y adoraba la forma en la que sus pezones se endurecían gracias a mi contacto. Y sus caderas me volvían loco, el movimiento de ellas buscando placer, incluso pensarlo hacia que mi entrepierna saltara.

Fue increíble oír como gemía gracias a las caricias que le proporcionaba. Increíble como sus gemidos dejaron de serlo y pasaron a ser gritos de placer. Auténticos gritos que me excitaban de manera casi sobrenatural. Sinceramente creía que después de tocarla y de que me tocara se me pasaría esas locas ganas de hacerlo, de acostarme con ella, pero todo lo contrario, mis ganas aumentaron, tanto que me costaba tenerla cerca. Necesitaba llegar hasta el final, necesitaba estar dentro de ella.

Quizás por eso le compre las pastillas, sabía que debía hacerle sentir segura, y para ella sería importante saber que de ninguna de las maneras se quedaría embarazada. Y aunque a mí no me importaría tener un hijo suyo, éramos demasiado jóvenes para cuidar de un bebé. El nerviosismo que sentí cuando tuve que decirle que las había comprado fue el peor que había sentido hasta ese momento, pero por suerte ella también había pensado en ello, y el alivió se mezcló con la sorpresa y la ansiedad por empezar a usarlas. En ese momento supe que solo era cuestión de tiempo, Katniss, estaba tomando confianza, se estaba dando cuenta de que el sexo no era malo.

Cuando por fin lo hicimos la sensación fue completamente maravillosa. Su interior húmedo y apretado era mejor de lo que me había imaginado y de lo que había soñado la sensación era perfecta. Podría haber muerto en ese mismo momento que habría sido el hombre más feliz del cielo, o del infierno, en ese momento no me habría importado. Lo único malo fue sentir como a ella le dolió. Ver en su cara el dolor, por unos minutos me sentí tremendamente culpable. Pero luego ella me pidió seguir y llegar dentro de ella fue espectacular, al igual que sentir como ella tenía su orgasmo.

Y ahora increíblemente ella empezaba a buscarme, cuando creía que no iba a hacerlo, cuando aquella primera vez creí que mi chica en llamas se había arrepentido. Pero no, me buscaba, y me excitaba aún más. Posiblemente me pasaba el día entero excitado, deseando estar sobre ella, dentro de ella. Pero una vez más me sorprendió al llevar ella la iniciativa y la voz cantante. Y entonces el sexo me gustó aún más. Ella encima moviéndose sobre mí, gimiendo sobre mí. Definitivamente Katniss sabía cómo subirme el ego.

Entré en el edificio de justicia con miedo. Sabiendo perfectamente quien estaría allí. Había sido participe de muchas de mis pesadillas, pesadillas en las que regresaba y Katniss le elegía. Porque eran muy parecidos, porque habían sido uña y carne tanto tiempo, que una relación así era imposible de cortar, aunque Katniss decía odiarle. Pero solo era dolor por lo que pensaba. Pero se daría cuenta de la verdad, y entonces...podría perderla.

Y cuando entramos y le vi y él nos vio y empezó a venir hacia nosotros apreté más fuerte la mano de Katniss, reclamándola como mía. Pero no sirvió de nada. Katniss consiguió soltarse y salir corriendo de la sala. Haymitch me impidió seguirla. Me agarró tan fuerte del brazo que me hizo daño. Intente soltarme forcejeando, pero entre él y Johanna me tranquilizaron, y luego hicieron que Annie se acercara con su hijo.

El niño era completamente adorable. Con su fino cabello bronce y sus ojos enorme. Me obligaron a cogerle en brazos y mi cabreo disminuyó un poco. Sonreí al pequeño y éste me devolvió la sonrisa. Y entonces me imaginé como sería tener uno así con Katniss. Sabía perfectamente que nuestra edad no era la adecuada. Pero habíamos vivido mucho, no éramos os adolescentes normales. Ella había cuidado tanto de su hermana pequeña que sabría mantener una familia a la perfección. También sabía que Katniss nunca querría tener hijos, me lo había dicho innumerables veces. Pero las cosas ahora eran diferentes, quizás ella, algún día quisiera completar nuestra familiar.

Aunque mi pequeña burbuja de ensoñaciones duraron poco. Katniss regreso diciéndome que se iba con Gale, a nuestra casa. Por culpa de ese estúpido que había metido la mano donde no debía. Los celos recorrieron cada fibra de mi ser, y salieron por todos mis poros. Me contuve y la deje ir. Deje al niño con su madre y mi frustración la pago una de las sillas de la sala. Recibió una fuerte patada que la movió varios metros. Chocando contra el perfecto vestido de Delly. La miré intentando disculparme, pero ella se acercó. No sé por qué le conté todo lo que sentía. No sé por qué desahogué con ella mi rabia, y le dije todo aquello sobre Gale, y no sé por qué ella me abrazó y me invitó a bailar.

Al principio fui torpe, bailaba sin ganas, y desanimado. Pero gracias las palabras de Delly poco a poco me fui animado, y es que ella tenía razón, o al menos esperaba que la tuviera. Katniss estaba enamorada de mí. Yo lo sabía. Lo sabía por la forma en la que hacíamos el amor, o por la forma en la que me besaba. Sabía que había besado en alguna ocasión a Gale, pero también sabía que no había sido como nuestros besos hambrientos y apasionados, esos besos en los que nos comíamos la boca y nos mordíamos las lenguas. Cuando me animé empecé a reírme de los comentarios que hacia Delly. La había subestimado. La chica era muy divertida, me encantaba como me hacía reír criticando los vestidos de la gente que procedía del Capitolio.

Cuando me di cuenta de que Katniss volvía a estar allí el remordimiento estalló en la cara y aparté la mano de la cintura de Delly. Seguro que mi pobre novia se pensaba lo que no era. Tenía que explicárselo. Me acerqué a ella y tuvimos una rara conversación insulsa. Hasta que dijo que tenía algo que decirme.

De nuevo mi alma abandonó mi cuerpo y descendió al infierno. Miles de pensamientos me vinieron a la cabeza, y ninguno bueno. Todos se basaban en lo mismo. Gale y Katniss. Gale y MI novia. En poseyéndola. Aunque el escenario cambiaba en esencia era lo mismo. El entrando en ella en nuestra cocina, o en nuestra cama, quizás les había dado tiempo de ir al bosque...

Agarre la mano de Katniss con mucha fuerza y quizás fui algo brusco cuando tiré de ella para llevarla a otra sala, un despacho demasiado lujoso.

Intenté calmarme apoyándome en la mesa, para agarrarme a ella en caso de necesidad, aunque me crucé de brazos.

-¿Y bien? ¿Qué pasa Katniss? –creo que le miedo se notó en mis palabras, mi barbilla tembló ligeramente y el aire no salió con la suficiente fuerza.

-Gale me besó ­-Había apartado la mirada dejó de mirarme y no pude descifrar si solo había sido un beso o si habían sido más.

Empecé a notar un calor característico quemándome las arterias de mi cuello. Ese calor descendió hacia mi corazón y empezó a ser bombeado a cada poro de mi piel. Bajé las manos apretando la mesa con fuerza. El calor quemaba. Llegaba a mis ojos. La furia que sentía hacia la mujer que se encontraba delante de mi empezó a incrementarse. Y empecé a sentir asco hacia ella. A querer rodear ese perfecto cuello con mis manos y apretar hasta que dejara de entrar aire a sus pulmones. Porque aquello que estaba delante de mí no era una mujer. No, no era una persona... 


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