Capítulo 36

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Camine del brazo de Haymitch hasta encontrarme a dos pasos de Peeta. Sus ojos brillaban de una forma especial, una forma que pocas veces había visto. Y supuse que era el brillo de la felicidad. Una felicidad que ahora me contagiaba, eliminando los pensamientos de dolor y culpabilidad. Me cogió la mano y me la besó dulcemente, apretándola con suavidad. No pude evitar sonreír emocionada. Ver así a Peeta me embriagaba.

-Estas preciosa, Katniss...

-Gracias... -Noté el rubor en mis mejillas.

El alcalde carraspeó detrás de la mesa, no había reparado en él hasta ese momento. Le miramos y nos indicó que nos sentáramos en unas sillas tapizadas con lo que parecía ser terciopelo rojo. Peeta se sentó sin soltarme la mano. Parecía tan nervioso como yo.

-Señoras y señores... -empezó a hablar el alcalde, al oírle no pude evitar recordar a Madge –Nos hemos reunido hoy aquí para la celebración de un acto serio, como es el contrato matrimonial entre la Señorita Katniss Everdeen y el Señor Peeta Mellark. A partir de este momento, los cónyuges, están obligados a respetarse mutuamente, vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente –suspiré, eso era lo que llevábamos haciendo desde hace meses -¿tienen algo que decir?

-Katniss... -Peeta pareció ponerse aún más nervioso. Me tomó la otra mano también y me besó ambas, después carraspeó para aclararse la garganta, y quizás evitar el nerviosismo –Katniss, me entrego a ti este día, para compartir mi vida contigo. Puedes confiar en mi amor, porque es real. Prometo serte un esposo fiel y compartir y apoyarte en tus esperanzas, sueños y metas. Mi corazón estará contigo para siempre. Cuando caigas, te levantaré, cuando llores te reconfortaré, cuando rías, reiré contigo. Todo lo que soy y todo lo que tengo es tuyo desde este momento hasta la eternidad. –No pude evitar que a mis ojos acudieran unas malditas lágrimas de emoción. El amor que sentía por aquel hombre se incrementaba palabra a palabra.

-Peeta... -colocó un dedo sobre mis labios sonriendo

-Lo sé... -luego miró al alcalde de nuevo

-Continuemos... -Nos tendió un libro del que teníamos que leer la promesa de matrimonio

-Katniss... -Empezó Peeta -¿Quieres ser mi mujer?

-Si... -mi sonrisa era tal que tiraba de mis mejillas con fuerza –si quiero... -Besé su mano –Peeta, ¿quieres ser mi marido?

-Si quiero... Susurró mirándome a los ojos –Katniss, te recibo como esposa y prometo amarte fielmente durante toda mi vida...

-Peeta, yo te recibo como esposo y prometo amarte fielmente durante toda mi vida.

-Ahora...firmad aquí...

El alcalde nos tendió una hoja amarillenta escrita con varios párrafos que no me paré a leer y lo firme sin dudar. Podría estar firmando mi sentencia de muerte que no me importaba. Peeta firmó también sin pensarlo y volvió a agarrar mi mano.

-Ahora los anillos, chico... -le murmuró el señor alcalde

Peeta sacó una cajita del bolsillo y de ella un perfecto anillo. Como el de pedida, el metal dorado (supuse que oro) estaba labrado con los mismos dibujos de mi llamador de ángeles, pero esta vez, la piedra que lo coronaba no era un diamante, era una perla, una pequeña y perfecta perla. Y eso me gustaba más que el diamante más caro del país, porque la perla tenía un significado para nosotros. Lugo me dio la cajita, en ella quedaba su anillo, del mismo color dorado que el mío y con los mismos dibujos, más grueso y sin perla. Dentro pude leer la inscripción "Katniss&Peeta" y la fecha de hoy. Supuse que en el mío pondría lo mismo. Las manos me temblaron levemente mientras que lo deslizaba por su dedo.

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