5.-Tres lunas

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Algunos chicos–sombra más armados se unieron a nosotros cuando salimos del estacionamiento, caminamos un poco hasta un automóvil, que me pareció de una estructura extraña.

Paré para poder mirar hacia el edificio del que habíamos salido; y fue ahí cuando mi alma cayó a mis pies. Aquel edificio no era el que conocía desde hacía tres años, tampoco nada alrededor me era conocido en ningún sentido.

Mi respiración se agitó y el collar comenzó a asfixiarme una vez más, solo que ahora realmente creí que iba a morir. Mis ojos buscaban algo en que encontrar similitud, algo que hiciera aterrizar mi mente a la realidad, levanté la vista al cielo.

Cuando vivía con mis padres ver las estrellas me tranquilizaba, sin embargo en aquel momento solo sirvió para que mis ojos tuvieran escozor, aquel cielo no era alguno que conociera, adornando se encontraba, no una ni dos... sino tres hermosas lunas.

Todas de un inmaculado blanco, cada una de diferente tamaño y todas desconocidas para mí.

– ¿Dónde estoy? –murmuré, conteniendo aún mis lágrimas. Es cierto, tengo veintitrés años, casi veinticuatro, pero cualquiera, les aseguro que cualquiera, se sentiría así en mi situación.

– ¡Hey! –habló "tranquilamente" aquel extraño, también se había detenido. Se acercó hasta estar frente a mí, y puso una mano en mi rostro dirigiendo mi mirada hacia la suya–. Confía en mí, ¿vale?

–N–no puedo... –me impidió terminar mis quejas. No podía controlar mis emociones. Tendría un ataque de pánico.

–No, si puedes, vamos no es tan difícil –su otra mano envolvió la mía delicadamente–. Te lo recompensaré, lo prometo, por ahora solo camina sin decir nada.

–No, me refiero a que, bueno...

– ¿Qué sucede? –se acercó mucho más a mí, su otra mano seguía en mi mejilla, obligándome a hundirme en su mirada extravagante.

–Estoy asustado –solté, bajando la mirada con unas lágrimas deslizándose por mis mejillas. Por alguna razón no me sentí apenado por mostrarme así, si no que más bien molesto porque dentro de mí, parecía que lo hacía apropósito para que él se acercará mucho más a mí. Quería que me diera razones para aguantar la situación.

–Perdóname, pero no podemos estar así mucho tiempo, y menos aquí afuera –parecía más serio.

¿Fue por qué lloré?

– ¿Ah? –fue lo único que logré pronunciar, pues de un momento a otro me encontraba sobre su hombro, mirando el mundo pasar desde aquella posición. Su espalda era realmente ancha y mis manos no podía bajarlas, sino tocaría su... bueno...

¿Pero en qué pensaba en una situación así? ¿Cómo podían estar cargándome? No soy liviano, además media unos ciento ochenta y cinco centímetros. Que me encontrara en esta situación solo me demostraba que él era mucho más alto y fuerte.

Pero, ¿quién era él?

Me dejó caer en el asiento del auto, subió junto a mí y el conductor comenzó el viaje sin ninguna indicación.

–Sé que tienes muchas preguntas, pero por favor –susurró en mi oído–, te pido que por el momento te mantengas en silencio.

No pude evitar erizarme por sentir sus labios tan cerca de mi piel.

Obedecí lo que decía, y quiero dejar en claro que no soy tan sumiso, solo obedecí en aquella ocasión porque era imponente, y no quería morir por desobedecer. No fue porque tuviera miedo, es pura supervivencia. Usen el sentido común.

Pasamos unos treinta minutos en completo silencio, hasta que por fin el piloto anunció que habíamos llegado a nuestro destino. Alguien desde afuera nos abrió la puerta y bajamos.

Estábamos frente a un gran edificio negro brillante que en mi vida había visto, era bastante alto y dudo que tuviera puntos débiles para ser atacada, justo como una fortificación. Nada más salir del automóvil, aquel sujeto ganó distancia entre nosotros. Tuve que seguirle desde muy atrás intentando mantener su paso, caminé rápido, no quería despistarme de sus pasos... tanto que no miré los alrededores.

Entramos a un elevador con otros dos hombres–sombra, estos parecían mucho más serios que los que había visto hasta ahora.

El elevador se detuvo y bajamos. Caminamos por el largo pasillo, sin ventanas o decoraciones, hasta una puerta donde el extraño se detuvo para mirar a los guardias que nos habían seguido. Estos se detuvieron, justo como si fuesen el acompañamiento de su sombra.

–No quiero ser molestado –indicó–; me tomaré el día libre. Cualquier problema que ocurra contacten directamente con Yuri. Tampoco quiero a nadie en este piso, si necesito servicio lo pediré explícitamente. ¡Retírense!

– ¡Sí, Nidve! –se inclinaron ligeramente–. Daremos sus órdenes.

Tras irse los hombres–sombras, él abrió la puerta, se detuvo un segundo para mirarme y suspirar. Aquello me sorprendió mucho, ¿quién demonios te mira y suspira?

Me tomó de la mano una vez más y me condujo al interior de la habitación. Mejor dicho, me empujó al oscuro cuarto.

Nidvemis [Tiger&Bunny] (AU) [YAOI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora