Capítulo 8- ¡Grazie Cecilia!

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Camino a casa, hablamos de varias cosas con George; sobre cosas sin sentido, sobre los pocos días agradables que suelen haber en Liverpool, sobre comidas de otros países que nos podrían llegar a gustar si las probáramos, sobre lo que pensábamos del futuro de la banda, recuerdos o nos hacíamos bromas.

-Bueno Harrison, hasta aquí se necesita de tu compañía- dije en tono divertido.

-Que lástima que no vivas más lejos, me estaba divirtiendo con tu compañía- sacó las manos de su saco.

-Yo también me estaba divirtiendo pero ya llegamos a mi casa- señalé la puerta de entrada.

-Lo sé- tomó mi mano y la levantó, casi, hasta su pecho y yo no sabía que iba a a hacer-. Señorita Manto, no sabe lo difícil que se le hace a mi, atormentado, corazón tener que dejar su maravillosa compañía pero, por lo visto, el mundo está en mi contra- hablaba como si fuera uno de esos actores de las obras de Shakespeare que te llevan a ver de niño, en la escuela y yo lo miraba con unas ganas tremendas de reírme ya que, quienes pasaban por donde estábamos, nos miraban extrañados-. Señorita -se inclinó hasta quedar a la altura de mi mano-, déjeme atreverme, haciendo este gesto, demostrarl...

-Muchacho- un hombre que estaba detrás de él, le llamó la atención tocándole la espalda y George se enderezó, sin soltar mi mano-, tu declaración solo la hace reír- dio media vuelta e hizo unos pasos para luego girarse y caminar de espaldas, agregando:- Yo que tú la beso ahora, sino te creerá tonto- se volvió a dar vuelta y caminó hasta entrar en un negocio que quedaba casi en la esquina.

George soltó mi mano, nos miramos y, en cuanto hicimos contacto visual, nos largamos a reír de tal manera, que nos salían lágrimas.

-¡Dios!- exclamó agarrándose el estómago-. Necesito aire.

Tratamos de calmarnos por un par de minutos pero volvíamos a destornillarnos de la risa.

-Ya- dije tomando aire y limpiándome las lágrimas-, ya fue suficiente.

-Tienes razón- se limpió sus lágrimas con la manga de su abrigo-. Entre que ya llegamos tarde, estamos demorando con esto- me sonrió y largó una última carcajada para sí mismo-. Nos vemos- dijo para luego inclinarse y darme un beso de despedida, que fue, en parte, en la comisura de mis labios.

Se separó de mí, delicadamente y pude sentir como un calor me invadía y se hacia más fuerte en mis mejillas. ¡¡Cómo rogaba que mis mejillas no estuvieran rojas!! Le sonreí, algo nerviosa y él me devolvió la sonrisa, al tiempo que giraba para encaminarse para irse. Lo miré hasta que cruzó la calle para irse en la de en frente y doblaba en la esquina.

Entré a cada con mi llave y, apenas me di la vuelta, me encontré con mi padre, que estaba cruzado de brazos y pegué un salto del susto que me dio.

-Hace como media hora que llagamos de hacer las compras y tú, ¿dónde estabas? Tu madre está más que preocupada- cada vez que parecía que iba a gritar, se tranquilizaba y mantenía su voz serena.

-Fui a dar mi típica caminata.

-Siempre sueles estar en el estacionamiento, esperándonos- se descruzo de brazos-. Salimos con todas las bolsas y te esperamos como 10 minutos y tú ni señales. Espero que tengas una buena excusa para eso y decirme con quién te estabas destonillando de la risa ahí afuera- señaló la puerta.

-Fui a caminar por casi todo Liverpool, con un aburrimiento, hasta que me dio hambre y decidí ir hasta una cafetería a tomar el té y me encontré con George- le estaba explicando y cuando nombré a George me interrumpió.

-¿Qué George?- fruncio su ceño.

-Harrison- respondí natural-. El hermano de Louise- como mi padre no dijo más nada, proseguí-. Como decía, lo encontré en la cafetería y no parecía estar nada bien, y en cuanto me vio me invitó a sentarme con él para desahogarse. Charlamos y luego traté de animarlo hasta, hasta que vi la hora que era, entonces, se dispuso a acompañarme hasta aquí y no podía decirle que no después de todo.

Do You Want To Know A Secret? - The BeatlesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora