Aterrizamos en Nueva York hacia el atardecer. El clima era frio y faltaba poco para que comenzará a nevar.
Había estado en tres países en menos de dos días.
Ni sabía que día era hoy, ni qué hora.
Cuando llegamos al departamento de Mack, me encaminé hasta la habitación que me correspondía cuando iba a visitarlo.
Quise preguntarle acerca de mamá y papá, su paradero, el bebé, donde vivían ahora, etc., etc.
Pero no me atreví. Sentía muchísima pena. Y arrepentimiento. Y al mismo tiempo furia. Entonces descargué mi furia con las paredes, pero sorprendentemente, lo hice en silencio. Las golpeé una y otra vez, aguantándome los quejidos, los gritos y las ganas de llorar.
Me detuve después de una media hora. No quería ni mirar mis manos. Me coloqué los guantes que guardaba en un cajón y me mentí a mí misma diciéndome que me los había puesto porque hacia frio.
Me recosté en la cama, mirando el techo. Estaba quedándome dormida, cuando unos toques en la puerta me regresaron. La puerta se abrió, y Mack estaba ahí.
―Hora de cenar. ― me dijo frio.
―No tengo hambre. ― le respondí apartando la mirada y regresándola al techo.
― ¿Sigues sin entender la gravedad de tu enfermedad? ― me replicó molesto.
―No, sólo quiero estar sola. ― respondí cansada.
―Ya tendrás tiempo para tu soledad. Ahora, a cenar― y cerró la puerta.
Me paré de mala gana, y busqué una sudadera en mi maleta. Me pregunto que habrá pasado con las demás cosas. Bueno, tenía la mayoría de mis pertenencias en el pent-house de Londres, algunas en la maleta que llevé a México, pero me faltaban cosas.
La cena ya estaba servida, y Mack me esperaba sentado.
No tenía hambre. Todas esas emociones se me revolvieron en el estómago y ahora tenía ganas inmensas de vomitar. Y era raro, porque antes, cuando me molestaba o algo me alteraba, solía darme atracones de comida.
Me senté frente a él. Miré mi plato. Una porción de alguna pasta con forma extraña, filete y ensalada. Un vaso de agua de limón.
―Come. ― me ordenó mientras él mismo lo hacía.
No contesté y me dediqué a dar pequeños mordiscos al filete.
―Mañana iremos al doctor. ― dijo de pronto.
Levanté la mirada, y sin ganas de discutir, asentí.
―Déjame preguntarte algo, Min. ¿Acaso no notaste que algo estaba mal con la dieta que te dieron? ― me preguntó incrédulo.
―No, confié en que ellos eran los expertos. ― dije sin despegar la vista del plato.
― ¿Por qué creíste eso? ― cuestionó.
―Porque son mis jefes y creí que eran profesionales con lo que hacían. ¡Creí que sabían lo que hacían! ― respondí fastidiada.
Mack soltó una carcajada amarga y me miró a los ojos fijamente.
― ¿Cómo pudiste estar tan segura cuando esta clase de empresas cuida todo menos la salud de sus artistas? Debes estar bromeando. Min, ¿no sabes lo que hacen por pagar el precio de la belleza? ¡Vamos! Jennifer Garner hasta se quitó las costillas para entrar en el vestido de no sé qué premiación. ¿A eso lo llaman "salud"? ― Me dijo más incrédulo todavía.
ESTÁS LEYENDO
On top of the world (EN EDICIÓN)
FanfictionOcho chicos. Dos bandas. Unos de entrada, otros de salida. Ambos cumpliendo el sueño. Ambos viviendo en la mentira. Min, Jay Derek y Theo, no son más que adolescentes que recién se adentraron al mundo de la fama. Harry, Louis, Liam y Niall, cono...