Capítulo 34

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―Min, despierta― susurraba Mack mientras me sacudía el brazo levemente.

― ¿Qué hora es? ― pregunté con voz ronca. Me estiré un poco.

―Las 7:30 am. ― contestó. Él ya se había vestido y se estaba colocando una corbata.

― ¿A dónde vamos? ― pregunté subiéndome el edredón.

― ¿Ya se te olvido? ¡Al doctor! ― suspiró frustrado y me quitó el edredón. Sentí el frio de inmediato. ― Será mejor que te abrigues bien, hace mucho frio.

Salió y cerró la puerta tras él. Me vestí con unos jeans, me puse una chaqueta calientita, botas y mis guantes. Me puse un gorrito y rogué al cielo para que nadie me reconociera en las calles.

― ¿No vamos a desayunar? ― pregunté cuando salí de mi habitación. Mack estaba tomando una taza de café, observando la vista que tenía desde su apartamento. Estábamos en el piso 22, y teníamos vista a los demás edificios. Me dio vértigo acercarme aun cuando había un gran vidrio protegiéndome.

―No, tú tienes que ir en ayunas por si te piden muestras de sangre. ― dijo y dejó la taza del café sobre la mesa. Tomó las llaves y se dirigió a la puerta. ―Vámonos.

Subimos al auto, en medio de un pequeño ajetreo por parte de las fans. Mack condujo un rato en silencio.

―Pedí tu historial médico― dijo de pronto.

― ¿Cómo lo conseguiste? ― cuestioné extrañada. ― Creí que era información confidencial.

―Llamé a la disquera. Me comunicaron con un tal Matt y luego con un tal Peter. Nada amables, por cierto. Les dije que era tu doctor porque habías tenido un pequeño percance. Accedieron a mandármelo después de un rato de explicaciones. Dijeron que te esperan el próximo viernes en Londres.

Hoy era domingo.

Tenía miedo, no lo iba a negar. No había hablado con mis compañeros, aunque dudo mucho que ellos quieran hacerlo conmigo. Tenía entendido que Derek había regresado a Arizona, pero de Theo y Jay no tenía ni idea.

Llegamos más tarde a un hospital. Era enorme. En el camino, Mack me explicó que este hospital contaba con todo, desde área de oncología, urgencias, hasta "atención a pacientes con problemas alimenticios".

Mack me registró y esperamos al menos una hora a que nos atendieran.

― ¿Qué le pasó a tu teléfono? ― preguntó curioso.

― ¿Por qué lo preguntas?

―Porque cuando llamé por tu historial, Peter me dijo que habían intentado comunicarse contigo, pero que no contestabas. ― explicó.

― ¿Te dijo para que me llamaban? ― pregunté nerviosa.

―Para recordarte lo del viernes. ― dijo mirando a cualquier otra parte menos a mí.

―Okay. ― dije finalmente.

―Tienes problemas de control de ira. ― determinó. No era una pregunta, era una exclamación.

― ¿Por qué lo dices? ― pregunté desconcertada.

―No me haces tonto. Sé que destruiste tu teléfono, y sé que golpeaste la pared en un ataque de ira. ¿También tengo que preocuparme por eso? ― me miró directo a los ojos.

―No tienes que preocuparte por mí. ― dije apartando la mirada.

―Hey― sostuvo mi barbilla entre sus dedos, obligándome a mirarlo. ― Siempre me voy a preocupar por ti.

On top of the world (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora