Capítulo 32

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Lloré. Lloré, no como cuando te caes y te raspas. No como cuando mamá se va y regresa cinco minutos después. No como cuando te enteras que tus ídolos no vendrán de gira a tu país. No, esta vez, lloré en serio.

La abuela solía decir que nuestras lágrimas siempre iban a parar a un jarrito, por lo tanto ese jarrito merecía que las lágrimas valieran la pena.

Lloré amargamente. Lloré cuando me quedé sola. Lloré cuando me sentía perdida en un hotel de México sin nadie que me acompañara. Y lloré aún más cuando le llamé a Mack y él, muy cortante, respondió que mamá por fin había tenido al bebé. Es niña y se llama Melanie.

― ¿Ah, sí? ― respondí entre hipidos y llanto― Pues vete a la mierda. Tú, y mamá y el bebé y que se jodan todos.

Y lancé el celular contra la pared. Empaqué frenéticamente mis cosas y tomé un taxi hasta el aeropuerto. Me tocó salir cuando toda la gente estaba furiosa porque no recibieron una maldita despedida de parte de los chicos de One Direction.

Me abrí paso entre todas esas personas que me empujaban, me insultaban y gritaban cosas.

Tomé le primer vuelo a Arizona, el cual se me hizo eterno y llegué a casa.

Estaba vacía, de sorpresa. No quedaba ni un mueble. Supongo que todos estaban en el hospital, aclamando la llegada del bebé.

Me di la vuelta para salir de casa y me sobresalté al ver a una persona en la puerta.

Mack.

―Nos vamos a Nueva York― dijo y subió frenéticamente las escaleras. Lo encontré en mi habitación, metiendo las pocas pertenencias que me quedaban en una maleta.

―No― le dije apartando su mano de mi maleta.

―No es una pregunta. Es una orden. ― apartó su mano.

―Tengo que estar en Londres en una semana. ― le dije a la defensiva.

―Sí, lo sé. Me llamó Nick. Me explicó todo. No me sorprende, siempre has sido una rebelde. ― me dijo.

―Piensa lo que quieras. ― contesté― pero no voy a volver con ustedes.

―Eres menor de edad. ―hizo una pausa― y mamá me concedió tu custodia legalmente. Ya es oficial. Estás bajo mi tutela a partir de ahora.

Y era un balde más de agua fría.

― ¿Ella hizo qué? ― pregunté incrédula.

―Era lógico. Tiene que cuidar del nuevo bebé. ¿No lo has notado? ¡Ya no hay nadie aquí! Tiene dos semanas que se mudaron. Ojala hubieras contestado tu teléfono. La casa tiene que quedar desalojada para mañana, ya la compraron.

Y otro balde.

― ¿Quién? ― pregunté molesta.

―Mira, no lo sé. Sólo empaca tus cosas. Nos vamos en una hora. ― contestó, metiendo las carpetas a la maleta. Quise decirle que no lo hiciera.

―No quiero irme. ― dicté.

―No es una decisión que te corresponde. Tú no entiendes la gravedad del asunto. Mamá y papá están furiosos, por todo, sobretodo porque no tuviste la confianza para decirnos que tenías anemia. Mamá no deja de culparse porque piensa que te dio demasiada libertad. Papá, está muy preocupado por ti, pero eso no le quita lo enfadado.― replicó casi gritándome.

Miré incomoda a la pared, mientras mis ojos se llenaban de agua.

― ¿Y sabes qué es esto? ― me dijo sacando un sobre de su chaqueta― Una demanda.

¿Una qué?

―Sí, es una demanda. Min, te demandaron. ¿Entiendes lo que es eso? ― preguntó mientras me clavaba la vista.

Si me habían demandado a mí, significa que habían demandado a Jay, a Theo, a Derek y hasta Nick.

―Sí, Mack. Si entiendo. Lo que no entiendo que es lo que tengo que hacer para que todos dejen de culparme― respondí entre dientes.

―Hacer las cosas bien. Pensar antes de actuar. Ahora, vámonos. ― dijo y se dirigió a la puerta. Escuché como bajaba los escalones.

Y así fue como abandoné el lugar en el que había vivido toda mi vida. Sin embargo, no dejaba la casa ni la estructura. Estaba dejando cada precioso recuerdo que adquirí ahí.

No me quedaba nada en Arizona. Ya no había motivos para los cuales volver aquí. Era increíble que todo lo que había construido en mi vida, se desmoronaba de la noche a la mañana.

Adiós, mi Arizona. 

On top of the world (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora