Capítulo 12

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No podía controlar las lágrimas que salían de mis ojos, lloraba de felicidad por haber encontrado a mi papá, por poder pasar tiempo con mi hermanita, por tener una amiga increíble que estaba a mi lado siempre a pesar de todo, por los nuevos lazos que estaba empezando a formar con personas maravillosas. Pero también lloraba de tristeza, de impotencia, por no saber quién soy, por no saber nada de mi mamá, si estará bien o no, por no poder recordar a mi hermanito y ya no tenerlo como para compartir tiempo con él. Solo lloraba. Lloraba por todo lo que había dentro de mi mente y mi corazón. El pecho me dolía. Un gran nudo se formó en mi garganta. Solo necesitaba eso, un abrazo, de esos que no permiten que te derrumbes por completo.

-Yo estoy con vos.- dijo. Las palabras más lindas que podía decirme. Siempre lo hacía, y yo las llevaba en mi corazón.- Tengo que decirte algo muy importante. No sé si sea el momento, pero no puedo seguir ocultándotelo.- me separé solo un poco de ella. Si bien no tenía ganas de escuchar noticias posiblemente tristes, no podía quedarme con esa intriga.

-Qué sucede?- dije.

Suspiró. Algunas pocas lágrimas aparecieron en sus ojos. Pero algo era diferente. Había una sonrisa en su rostro, cosa que me confundía y aumentaba mi curiosidad.- Ayer me llamaron del hospital. Tu mamá Agus, ella despertó.- lentamente mis ojos se fueron abriendo tanto como podían.- Tranquila, sé lo que estás pensando. Y si, ella está bien. Lo único malo es que no recuerda su vida por completo, si no que solo los tres últimos años, incluyendo el día del accidente.-

-Quiero verla.- dije sin analizarlo mucho. Las lágrimas empezaban a correr por mis mejillas cada vez más y más fuertes. No podía creer lo que estaba escuchando. En verdad las cosas estaban comenzando lentamente a ser como antes.

-Si, si por supuesto.- me dijo Lu, que aún seguía con la sonrisa con la que empezó a hablar.- Vestite y vamos.- me fui casi corriendo hacia mi habitación y me puse lo primero que encontré. Rápidamente nos dirigimos hacia el hospital.

No podía explicar todas las sensaciones que invadían mi cuerpo en ese momento, algunas que nunca había sentido, y de las cuales ni siquiera sabía su nombre. La única que podía diferenciar con claridad, era la alegría que sentía de poder conocer a mi mamá, de saber que está bien, que seguramente me recuerde, de poder compartir tiempo con ella.
Porque era justo lo que necesitaba en ese momento, y en todo momento, a mi mamá, para que me de un consejo cuando no sepa que hacer, cuando me sienta perdida, para que me abrace cuando esté triste, y viceversa, para poder compartir con ella las cosas que me hacen feliz, para poder recuperar todo este tiempo que perdimos la una sin la otra.

Tenía la mente invadida por miles de pensamientos. Lo único que sabía con exactitud, era el gran abrazo que le daría a mi madre en cuento la viera.

Llegamos al hospital. Lu habló con la mujer de la recepción y ésta le dio el número de una habitación. Fui hasta ella casi corriendo, con mi amiga siguiéndome por detrás.
Al llegar a la puerta, me detuve frente a ella. Respiré profundo y la abrí.

Adentro de la habitación había una mujer recostada sobre la cama y leyendo unas revistas. Levantó la vista para ver quién era la persona que se encontraba frente a ella. Nuestras miradas se encontraron. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y éstas comenzaron a caer por sus mejillas. Rápidamente me acerqué a ella y la abracé lo más fuerte que pude, con cuidado de no lastimarla, ya que tenía algunos cables conectados a su cuerpo.

-Mi amor. Que suerte que estés bien. Estaba tan preocupada.- me dijo con la voz algo cortada por el llanto. No podría pronunciar palabra alguna, había algo que impedía que éstas salieran de mi boca. Lo único que podía hacer era abrazarla aún más fuerte. Estaba abrazando a mi mamá. Tanto soñé con este momento, volver a encontrarla, y superar todo esto juntas. Ese sueño se estaba cumpliendo, y mucho mejor de lo que había imaginado.

Fue un abrazo cálido y hermosamente eterno. No podía separarme de ella. No quería. Ya habría tiempo para hablar, ahora lo único en lo que pensaba era que no me perdonaría volverla a perder.

Me quedé todo el día allí, con mi mamá, en sus brazos. Me preguntó por mí, la casa, la escuela, y hasta le conté de Cristian. Estaba muy emocionada, dijo que quería conocerlo en cuanto le dieran el alta. Estuvimos hablando de Sofi un rato y luego me preguntó por Bauti. Qué debía responder? Miré a Lu, que estaba sentada en una esquina de la habitación, tratando de encontrar una respuesta. Entonces entendí todas las veces en las que ella me ocultaba las cosas feas para que yo no me sintiera mal, y decidí hacer lo mismo. Le dije que mi hermano se encontraba bien, y que estaba viviendo con los tíos al igual que Sofi. Me dolía mentir, pero no podía decirle que su hijo había muerto. Admiraba a Lu por la fuerza y valentía que tenía para con toda esta situación, ahora era mi turno de hacer lo mismo.

Muy a mi pesar, a eso de las 8 p.m. nos tuvimos que ir, ya que había terminado el horario de visita.
Al llegar a casa Lu me preguntó cómo me sentía.

-Fue mejor de lo que imaginé. Fue un momento tan especial. Pero...también aprendí algo. Entendí todas las veces que me ocultaste las cosas para evitar mi sufrimiento. Por más doloroso que fuera, yo no podía decirle la verdad sobre Bauti.- dije.

-Yo creo que hiciste lo correcto. Cuando ella esté mejor se lo diremos. Por ahora es mejor que le recordemos momentos lindos y felices para que su recuperación sea exitosa.- dijo dándome un abrazo y dirigiéndose a la cocina.- Me ayudas a cocinar?-

-Claro.- dije siguiéndola.- Estuve pensando en salir a buscar un empleo mañana en la mañana.-

-Estás segura de eso?-

-No puedo depender toda la vida de lo que me aportan mis tíos. Además, mis ahorros están agotándose y quiero poder mantenerme por mí misma, independizarme y hacerme responsable, me entiendes?.-

-Me parece muy bien. Si vos estás cómoda con ello, tienes mi total apoyo.- dijo poniendo los fideos en agua.

Al terminar de comer, me dirigí a mi habitación. Había tenido un largo día y estaba realmente muy cansada. Sin embargo, mi cabeza decidió que no era tiempo de dormir, y comenzó a pensar.

Hubo momentos en los que sentí que mi vida se había detenido, que no sabía como continuar. Pero lo más importante, fue que nunca perdí la determinación y las ganas que tenía de continuar, de seguir adelante.

Estaba en una etapa de cambio. Era un tiempo de lucha, de confusión; de lluvia y a veces de sol. Estaba segura que no podría haber vivido lo que viví desde el día que me desperté sin la compañía y ayuda de Lu, ni sin la esperanza de recuperar aquello que me arrebataron hace 7 meses atrás. Tantas veces me pregunté: Por qué a mi? Por qué ahora?
Hoy puedo decir que todo lo que sucede es por algo, y que luego de las tormentas, siempre sale el sol. Luego de las cosas malas, una buena llega para recordarte que no todo es color gris, y eso era justo lo que estaba sucediendo.

Recuperando Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora