Me encuentro en un lugar muy raro

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Bienvenida al Área.

Las palabras del chico rebotaban alocadamente en mi cabeza. ¿A qué diablos se refería?

O a lo mejor debería estar preguntando:

¿Qué diablos estaba pasando?

— ¿Área? ¿Qué... qué es eso?— Pregunté, demasiado rápido—. ¿Es donde viven? Esperen un segundo... ¿Quiénes son? ¿Y qué me pasó? ¿Por qué estoy acá?

Creo que la cantidad y la velocidad de mis preguntas los fastidió a los dos, porque ambos pusieron los ojos en blanco y uno de ellos (el que había bajado después) se llevó la mano a la cara, buscando paciencia de algún recoveco. Les dediqué una dura expresión y les saqué la lengua. Básicamente, estaba tan asustada y confundida que no sabía qué hacer. El otro soltó una carcajada.

El primer muchacho me dijo:

— ¿Ya te calmaste? No te voy a responder nada si seguís preguntando—me dijo secamente. Me pareció que mi rostro había reflejado el miedo y la frustración que sentía crecer dentro de mí pobre y machacado ser, porque después de eso, el chico suavizó su tono—. Lo que te puedo decir por ahora son nuestros nombres. Yo soy Alby, el Líder de este lugar— me respondió. En cuanto dijo líder, se escucharon algunos abucheos desde la superficie. Una mirada gélida surcó el rostro de Alby y se las dirigió a los muchachos. Automáticamente, los chicos se callaron.

Este sitio se volvía cada vez más raro, asustándome cada vez más.

—Mejor así. — Y agregó, dirigiéndose a mí—. Que estos shanks no te confundan, Novicia, el que tiene el poder aquí soy yo. Pero cuando no ando por acá, el garlopo a mi lado se queda a cargo— dijo Alby.

¿Novicia? ¿Shank? ¿Garlopo?

¿Qué le pasaba al lenguaje de este lugar? ¿Qué estaba pasando?

—Soy Newt. Un gusto conocerte, Novicia— respondió, tendiendo su mano. Se la estreché, sorprendida por la manera extraña en que hablaba. Era mucho más agradable que Alby y tenía pinta de ser más joven—. ¿Recordás algo? Tu nombre, tal vez.

—Sí —me alegraba mucho poder responder algo a pesar de mi laguna mental. No era mucho, pero de todas maneras, me sentí un poco mejor cuando lo hice—. Me llamo Lena. —Tenía tantas dudas, pero la más estúpida de ellas salió de mi boca—: ¿Cómo es eso de que soy la segunda chica que ven? ¿Ninguna más?

Era todo tan extraño. Lo que me estaba diciendo este chico me resultaba ridículo. Todo me resultaba ridículo. ¿Cómo diablos era todo eso posible?

—Ninguna más. Es muy sencillo de comprender. Sólo llegaron dos en la Caja hasta ahora. Teresa y vos— contestó Alby impaciente. Algo me decía que yo era irritante para él. ¿Y qué quería que hiciera yo? Estaba muy asustada como para poder pensar en mi manera de actuar. Solo estaba segura de que debía ser fuerte, y estar siempre alerta; no sabía qué era lo que podía llegar a pasar.

Al ver la tensa situación, el otro muchacho interfirió:

—Salgamos de acá. Todavía hay demasiado trabajo por hacer y mucho por explicar. ¡Larchos, tiren la soga!— exclamó Newt.

Minutos después, estaba fuera del horrible elevador, el cual Alby llamó la Caja. Unos cincuenta chicos esperaban alrededor de ella. Todos eran muy diferentes entre sí. Había una gran variedad de colores, edades y alturas. Sin embargo, todos me miraban con ojos desorbitados, como si fuera un bicho raro.

Los chicos que me habían sacado se reunieron en un costado y comenzaron a hablar en susurros, mientras que otros se acercaron a escuchar lo que los líderes tenían para decir.

El Ángel del LaberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora