Mucha información

134 17 6
                                    

Quedé boquiabierta. No lo podía creer. ¿Cómo podía ser que mi propio hermano no me hubiera comentado lo que le había pasado?

Había muchas razones para que él no me contara antes. Tal vez creía que no me conocía muy bien y no quería arriesgarse a contarme algo así; o tal vez tenía miedo que yo le intentara cortar la cabeza por haber hecho algo tan estúpido. Suponía que era la segunda hipótesis, ya que en estos momentos tenía muchas ganas de arrancarle la cara.

Newt, que estaba a mi lado, sonreía al verme procesar todo lo que me había dicho, porque enterarte de que tu olvidado hermano casi muere a manos de bestias surrealistas costaba bastante entender. Cuando dejó de reírse de mí agregó:

—Más te vale que te acostumbres a que pasen cosas como esas. A las situaciones extrañas, me refiero. Hubo una vez que cortaron a un larcho a la mitad. Pobre garlopo.

Al que ¿QUÉ?

¿Qué?

—Eso. Lo cortaron a la mitad, slash. Fue un asco.

—Me imagino... — respondí cautelosamente, porque no sabía bien si la quería conocer lo que había ocurrido o no—. ¿Qué pasó?

—No fue muy bonito, claro. Por si te lo preguntás, no lo mató un Habitante —dijo, adivinándome el pensamiento. La sensación de terror se fue esfumando mientras continuaba el relato—: Bueno... tiempo atrás, intentamos escapar por el hueco de la maldita Caja. Habíamos armado una soga con lianas y nuestra idea era atar a algún larcho para ver si podíamos escapar por ahí. Un chico se ofreció como voluntario y cuando lo atamos e iba por medio camino, se escuchó un fuerte zumbido y un grito; y... y... tuvimos que subir las dos mitades del condenado cuerpo de Nick— finalizó, con una inconfundible cara de horror.

Ah bien.

El pobre tipo, que se ofreció como voluntario para liberar a todos los Habitantes, terminó muerto.

Muerto y rebanado, como había dicho la extraña voz en mi sueño...

La cuestión es que el larcho terminó como las pobres vacas del Matadero del Área.

Precioso.

Newt seguía con la cara de terror y, mientras tanto, yo estaba tratando de retener las ganas de vomitar todo el contenido de mi estómago.

—Hermoso, ¿verdad? Creo que ese fue el único hecho bizarro-bizarro que pasó dentro del Área. Las demás muertes asquerosas pasaron en los corredores del Laberinto.

—Ajá, muy lindo... —de repente, una idea horripilante inundó mi mente. — ¿Hay posibilidades de que... los Penitentes —escalofrío en mi espalda— traspasen las puertas que bordean el Área?

Mi pregunta lo sorprendió, se notaba en la manera en que sopesaba mi duda. Y la manera en que me miraba. Tal vez jamás se había planteado eso y ahora no sabía que responderme.

—No... No lo sé—empezó, aterrorizado—. Para serte sincero, jamás había pensado algo así. Supongo que los Creadores son capaces de hacer algo así.

—Claro—respondí, amargándome con su comentario.

Yo había sido parte de los Creadores. Yo fui el monstruo que alguna vez controló a los Habitantes.

La culpa que había sentido la noche anterior volvió a embargarme. Si los chicos de este lugar alguna vez se enteraban de mi pasado... no me perdonarían... podrían matarme incluso, por traidora. Los ojos se me llenaron de lágrimas, que intenté quitar antes de que Newt se diera cuenta.

— ¿Qué hora es? —pregunté, evitando los ojos del chico.

Se fijó en su reloj y me respondió:

El Ángel del LaberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora