Las cosas se empezaban a calmar, yo seguía con mis rondas normales pero sin dejar de vigilar a la princesa pero principalmente a Rose lo que menos necesitaba era meterse en otro problema por sus imprudencias y debía darle crédito Rose se estaba portando muy bien.
Era domingo y como era normal asistí a la iglesia, casi nunca escuchaba lo que decía el padre en la misa no me interesaba la verdad, solía venir a la iglesia para poder sentir un poco de paz, era una persona solitario y no estaba totalmente conforme con lo que debía ser un dhampir no me malinterpreten estaba convencido que debíamos cuidar a los moroi, pero habían tantas cosas con las que debíamos lidiar y tantas reglas con las que debíamos cumplir, que me convertí en alguien que no saca a relucir su verdadero carácter de echo vivía lidiando con mi verdadero yo constantemente.
Yo me senté como siempre en el fondo de la iglesia, tenía vista perfecta de Rose así que pude ver cuando algunos jóvenes se burlaban descaradamente de ella y como la princesa la defendió no pude escuchar nada pero lo supuse aparte la mirada de ellas y seguí envuelto en mis propios pensamientos, cuando comenzó la misa en algún momento del sermón Rose giro su cabeza de manera brusca hacia Lissa como si se hubiera enterado de algo muy importante, Lissa le pregunto algo pero no escuche que por mi distancia así que mejor preste atención al sermón la última vez cuando el padre hablo de Ana Shadow Kiss tuvo una reacción algo parecida que estaba pasando con ella, esta vez el sermón era solo sobre San Vladimir que tenia de especial los sermones siempre son sobre él. Después de eso ella se veía ansiosa y en cuanto termino la misa salió disparada de la iglesia hacia los dormitorios, ni tan siquiera tuve que recordarle su toque de queda que estaba pasando con ella, me encantaría que confiara más en mí, ¿pero qué dices Dimitri? Eres solo su mentor no tiene por qué confiar en ti.
Me dirigía a mi cuarto tenia ya que tenía un rato libre.
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∞ Academia de vampiros por Dimitri ∞
FanfictionAcademia de Vampiros pero contada desde el punto de vista de nuestro Dios ruso Dimitri. Los personajes y la historia pertenecen a RICHELLE MEAD.