Capitulo 33

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  Capitulo 33

Se quedó en silencio por un rato, valorándome. Sabía por experiencia que no era una idiota cuando se trataba de fútbol. Había estado en por lo menos veinte partidos al año desde que era una niña pequeña, no era por lo que él estaba luchando. Era la parte de Justin estando fuera de forma.
—Dale una oportunidad —le dije, no por encima de estar suplicando. —No es como si pudieras perdermás de lo que ya estamos haciendo.
El entrenador A murmuró algo entre dientes. —Voy a perder mi licencia por esto, pero ¿qué demonios? —Dijo, deslizando su gorra. Mirando por encima de mí, levantó una ceja. —Entonces, ¿dónde está el nuevo mariscal de campo de la secundaria Southpointe?
Le lancé una sonrisa que él imito. —Correcto —empecé a decir, girando para estudiar las gradas. Sin embargo, un amplio pecho estaba bloqueando mi línea de visión.

—Aquí —terminé, ese sentimiento cálido, acalorado regresando justo en donde había quedado.
—Te doy la espalda por dos segundos y desapareces —dijo Justin, su frente arrugada. —¿Cómo puedo cuidar de ti si no sé dónde estás?
—¿Cuidar de mí? Justin, estamos en un juego de fútbol de secundaria. —Esta cosa de ser protector se había ido a un nivel completamente nuevo.
—Exactamente. Hay al menos tres docenas de formas en que una chica como tú podría lastimarse en una de estas cosas. Si quieres ir a otro sitio, sólo tienes que esperarme la próxima vez e iré contigo. —Su cara estaba llena de preocupación, lo que me preocupaba. Este tipo territorial era un poco demasiado. Estaba a favor de proteger a tu mujer y todo ese credo, pero no estaba con el no puedes ir a ninguna parte, hacer cualquier cosa, o tener tus propios pensamientos sin mi aprobación.
—Justin—agarre el costado de su brazo —cálmate. Sólo estaba poniéndome al día con el entrenador A.
—Ahora probablemente no es el momento de estar hablando con el entrenador Arcadia, ____—dijo Justin, mirando a Sawyer, que seguía observándonos. Justin sonrió como el diablo mientras Sawyer estaba apoyado en la banca. —Parece que el hombre tiene que ocuparse de algunos problemas.
—Sus problemas están siendo atendidos ahora —le dije, cruzando los brazos uno encima de otro.
El entrenador A levantó la vista de su portapapeles, valorando un segundo a Justin y probablemente adivinando su decisión. —Vístete, hijo —le ordenó, señalando hacia los vestuarios. —Creo que puedo detener a los árbitros unos minutos más, pero no mucho más que eso. Ellos quieren ir a casa y secarse tan desesperadamente como el resto de nosotros.
—Espere, entrenador. —Justin levantó la mano. —¿Por qué me ordena ir a cambiarme? No soy uno de sus jugadores golpeadores de culos.
El entrenador A me miró. —Ya está.
Justin fue rápido. —¿_____?
Una palabra y él bien podría haber tenido una docena de preguntas. El hombre había dominado el arte de la inflexión.
Arqueando una ceja, salude con la mano con un pom-pom imaginario. —Vamos, Southpointe.

~ ~ ~
No había más que un centímetro y medio de espacio libre en la primera grada. Funcionaría. No había manera que me perdiera a Justin trotando fuera de ese vestuario. Si él lo hacía. No estaba segura de que tan enojado estaba conmigo en mi última contienda de resolver los problemas del mundo, pero si tuviera que adivinar, diría que entre un furioso jugador de fútbol americano y un tejón rabioso. Apretándome entre dos chicos con pechos desnudos y "Vamos Espartanos" pintados de color rojos sangre a través de su estómago, me sumí todo lo que podía ser sumido y esperaba poder aguantar la respiración durante dos trimestres y medio más.
—¡_____! —gritó una voz sobre mí—¡_____! —y otra vez.
Por más que lo intenté, no pude escapar de la niebla asfixiante que era Taylor Donovan. —¡Ven aquí! —me indicó, señalando un espacio entre ella y sus apóstoles de pie aplaudiendo, pateando, y ra-ra-reando. Estar en frente y en el centro de un sándwich de animadoras no era mi primera opción, pero era mejor que mi situación actual. El chico medio desnudo a mi derecha echó los brazos al aire, gritando —¡Vamos, Spartanos! —Y estaba claro que no creía en poseer, o incluso usar, desodorante. Píntame carmesí y dorado y llámame Vamos, Lucha, Win Wendy—no podría llegar lo suficientemente rápido a las porristas.

—¿Qué estabas haciendo allá arriba entre esos tontos? —preguntó Taylor, entralazando su brazo con el mío— Te das cuenta que probablemente hiciste su noche porque estoy segura de era la primera vez que cualquiera de los dos había llegado a alguna parte cerca de atrapar una sensación.
—Eww —me estremecí— Taylor, por favor comprueba esa imagen visual. Estoy totalmente asustada ahora.
—Bueno, tienes suerte de que yo te salvara. —dijo ella, señalando a unas porristas. No era una sorpresa grande que fueran las chicas que se sentaban en la mesa del almuerzo, pero los únicos nombres que recordaba eran Lexie y Samantha. —Además, una chica como tú pertenece aquí. Vi tu rutina en el gimnasio y obviamente has hecho eso antes.
Por supuesto que Taylor era la única persona echando un vistazo a mi rutina de baile improvisado mientras esperaba a todos los demás para vestirme. —Animé en mi última escuela. —dije—pero solo porque no tenía equipo de baile.
—Bueno, tenemos un grupo de baile aquí, pero es justo donde van las chicas demasiado gordas y feas para animar. —Ni siquiera una pizca de remordimiento en su declaración— Tu no quieres ser parte del equipo de baile. Perteneces a nosotras.
Algunas de las otras chicas en círculo a nuestro alrededor asintieron con la cabeza.
—Desde que Holly no volvió este año, tenemos un uniforme extra y no podemos formar una pirámide adecuada sin una decima compañera en el equipo.
—Gracias por la oferta, Taylor, pero en realidad, soy más el tipo de chica de equipo de baile. Además, he oído que Southpointe ha ganado algún campeonato de estado—
Levantó su mano para cortarme. —Eres material de animadora. Eres grandiosa, tiene experiencia, y el noventa por ciento de la población masculina ya se masturba por ti. —Otra imagen visual sin la que podría haber vivido— El otro diez por ciento sigue sin declararse en el departamento de sexualidad. —susurró.

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