Capitulo 41

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  Capitulo 41

Nos detuvimos en mi camino, ni un minuto más tarde y me sorprendí al encontrar que había terminado casi la mitad de la tina de helado. Estaría bailando el culo mañana por la mañana. Literalmente.
—Gracias por el paseo, Sawyer —le dije, dándome vuelta en mi asiento— Estoy segura de que hay alrededor de mil otras cosas que preferirías estar haciendo en la noche de regreso a casa, pero significa mucho para mí.
—En este momento —dijo, desabrochando su cinturón de seguridad e inclinándose hacia mí— no hay ningún otro lugar donde prefiera estar.
Me obligué a no rodar los ojos en esa línea. Un punto hacia adelante y un punto hacia atrás señor Diamond.
—Buenas noches —le dije, agarrando el mango.
—Espera, ____. —La mano de Sawyer tomó la mía— He estado yendo y viniendo todo el viaje aquí sobre si es conveniente o no decirte nada, pero no sería un amigo muy bueno si no lo hago. —Tomó la tina derritiéndose de helado sobre mí y lo puso en el suelo asiento trasero— Sé que te gusta Justin, y tal vez eso es en tiempo pasado después de esta noche.
Ese hoyo en mi estómago volvió, el helado será condenado.
—Sawyer —comencé, con ganas de pararlo porque no estaba segura de querer saber todo lo que era Justin porque entonces no podría tener ninguna excusa para quedarme con él.
—Él no es el hombre adecuado para ti, ____—comenzó, pero algo en la mirada que le di o la ira empezando a irradiar fuera de mí lo detuvo.
—Yo voy a decidir quién es y quién no es el adecuado para mí, Sawyer —le dije, dándole otro empujón a la puerta.
No me soltó la mano. —No, espera, no te vayas así, ____—dijo, tomando una respiración profunda— Tienes razón. No tengo que decirte qué hacer o de quien tienes que mantenerte alejada.
Condene directamente, mi voz interior respondió. —Pero hazme un favor. La próxima vez, si hay una próxima vez, que veas a Bieber—Sawyer hizo una pausa, mirando como si estuviera librando una batalla que estaba a punto de perder— pregúntale sobre Holly.
Aquella sensación punzante me ponía los pelos de punta de punta. —¿Quién es Holly?
—Esa es la historia sobre la que tiene que contarte Justin, no yo.
¿Y se suponía que las mujeres eran criaturas exasperantes? Ya era hora de otro censo. —¿Entonces por qué la has mencionado tú?
—Porque tienes derecho de saber en lo que estás metiendo.
Sabía que tenía el derecho, pero no estaba segura de querer reclamar. No había nada más que decir. —Buenas noches otra vez —le dije, saliendo del coche. Me dejó ir. -Gracias de nuevo por el viaje.
Él me sonrió. —Gracias por dejarme darte un paseo —dijo— ¿Nos vemos el lunes?
Me deslicé en mi suéter. —A menos que la costa oeste caiga en el océano.
—Entonces, con todas las catástrofes naturales, personales y económicas a un lado, ¿nos vemos el lunes? —Su sonrisa infantil me hacía sonreír, era imposible de resistir.
—Sólo saca el infierno fuera de aquí, Diamond —dije, cubriendo mi sonrisa cuando cerré la puerta. Tirando un saludo, Sawyer dio la vuelta al camino de entrada y saludó con la mano mientras se iba.

Vi a su auto irse hasta que sus luces traseras fueron devoradas por la noche, tratando de decidir lo que sentía por Sawyer. Por su buena apariencia, sería el candidato perfecto para el premio al joven del año, pero hay algo más, algo que todavía no podía identificar, que hacía que el pelo de mi nuca se erizara cada vez que estaba a su alrededor. No era nada más que un instinto, pero era algo que no podía ignorar. Preguntándome por qué estaba de pie en medio camino de entrada contemplando algo sobre Sawyer Diamond en la medianoche, le di a mi cabeza una sacudida para aclararla y me di la vuelta para entrar.

Una luz aún se encontraba encendida en la sala de estar. Un estremecimiento estaba en plumaje lleno cuando abrí la puerta principal. Por supuesto que era mamá, encorvada sobre su escritorio en su computadora portátil. Sus hombros se levantaron cuando la puerta se cerró detrás de mí.
—Hola, mamá —le dije, porque cuanto más rápido que esto comience, más rápido podría haber terminar.
Girando en su silla, se quitó las gafas y me miró. Realmente me miró, como si no me hubiera visto en años y tratará de memorizar cada línea y plano de la ____ de diecisiete años de edad.
—¿Fue un chico diferente quien te dejó del que te ha llevado? —No había rabia, ni hielo en su voz, sólo pregunta.
Asentí con la cabeza, deslizándome en mis talones y dando patadas a cada lado de ellos.
—¿Y la razón es por qué...?
No tenía una respuesta. No sólo a ella, ni siquiera a mí, pero me esperaba.
—Creo que ni siquiera sé por qué todavía —le contesté, mirando hacia las escaleras. No quería nada más que lanzarme en un pijama y se ahogar esta noche entera lejos con algún sueño.
Mamá se mordió el labio, enfrentándose a algún debate. —¿Te lastimo? —escupió ella, mirando casi tan asustada de la pregunta como de mi respuesta.
Una vez más, hay una respuesta fácil para esto, pero yo sabía lo que quería decir exactamente. —Por supuesto que no —le contesté, en dirección a las escaleras.
—____—dijo, parándose.
—Mamá, sé que estoy en graves problemas —le dije, apoyando mi mano en la barandilla— Sé que estoy castigada hasta el día en que cumpla los dieciocho por mentirte a ti y escaparme esta noche, pero en este momento sólo quiero ir a la cama y olvidar que esta noche alguna vez ocurrió. ¿De acuerdo? —Por tercera vez esta noche, me sentía a punto de llorar. Eso era inaceptable.
—Está bien —dijo ella, sentándose de nuevo— pero quería decir lo que dije, __. Puedes hablar conmigo si lo necesitas.
—Sí, está bien. Gracias —le dije, arrastrando los pies por las escaleras.
—Y ¿____? —gritó detrás de mí— Tenías razón, estás castigada, pero sólo hasta el final de la semana.
Por primera vez en mucho tiempo, sentí que mi madre y yo acabábamos de tener una conversación constructiva.

Clash - Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora