Capitulo 7

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— Eres hermosa cuando estás siendo torturada, ¿lo sabías? —Se rió, dándole al balón otra vuelta— Diablos, claro que quiero salir contigo. A pesar de que las citas no son realmente lo mío, creo que puedo hacer una excepción por una chica que rescata alimañas —justo en el momento, un gruñido sonó bajo el banco de picnic— una que lee física cuántica en la playa —pude haberle corregido y decirle que estaba repasando Biología, no física cuántica ya que estaba tomando Biología AP para otoño, pero no creo que le hubiera importado, o sabido la diferencia— y una que se une al camino Europeo, por no decir mi favorito, de broncearse haciendo topless. —La sonrisa de Justin aumentó, dándome un vistazo de su barbilla.

— Para alguien que prefiere la parte superior fuera, no de adhieres mucho a tu política personal —respondí, rozando con mis ojos por la larga manga térmica aferrada a su pecho por el sudor o el agua o una combinación de ambos. Aparentemente un sol lleno y noventa y cinco grados de temperatura no justifica derramar las capas en el libro de Justin.

Se encogió de hombros. — Aquí hay una obra de arte, una verdadera obra maestra, escondida debajo de esta camisa. —Sus músculos se enrollaron y se estiraron para marcar el punto. No es que necesitara ser convencida— No puedo dejar que todo esto se muestre gratis al público.

Si no había ya cerca de tres docenas de banderas rojas sobre por qué debería evitar su sonrisa, sus flexiones, envuelta de pies a cabeza con cinta de precaución frente a mí, estaba la cuarta. Así que, ¿qué hice?

Exactamente lo que sabía que no debía.

— ¿Entonces cuál es el precio de entrada al Museo de Justin?

Su sonrisa se desvaneció en la nada, sus ojos hicieron lo mismo. — Para chicas como tú, con futuros el-mundo-es-tuyo—dijo, pisoteando la arena— es caro. Demasiado caro.

Otro destello de vulnerabilidad. No sabía si tenía un mal caso de cambios de humor o en el fondo era un sensible hombre golpeándose contra las paredes para ser puesto en libertad. Pero quería descubrirlo.
— ¿Ese eres tu diciéndome indirectamente que me mantenga alejada de ti?

— No —respondió, encontrando mis ojos— Ese soy yo diciéndote directamente que escuches a tu instinto y lo que sea que te esté gritando ahora mismo.

— ¿Qué te hace pensar que sabes lo que mi instinto está diciéndome?

— Gritándote —corrigió— Y la experiencia.

Si Justin pensaba que la experiencia le había dado el manual de instrucciones de ____ Larson, nunca había estado tan equivocado. — ¿Así que nos veremos por ahí entonces?

Sacudiendo la cabeza, su sonrisa se abrió paso de nuevo. — Nos veremos por ahí.

~ ~ ~
Después de suplicar a los Darcy, a quienes solía hacer de niñera para cruzar el lago, para que cuidaran al cachorro una noche mientras planeaba que hacer con él, el mensaje de mi intestino tomó finalmente raíz y se extendió todo el camino hacia el descuido, liberando pedazos de espíritu de mi conciencia.

Justin Bieber no sólo era un problema, era un problema con una guarnición de peligro y un postre de angustia. No hablaba la jerga de los estereotipos, pero sabía que los caminos por los que íbamos nunca se cruzarían a menos que uno de nosotros se perdiera a sí mismo a unirse al otro.

Había trabajado duramente durante mucho tiempo como para permitir que el mío acabara en un callejón sin salida.

Incluso mientras me desviaba del Sunrise Drive para rebotar en el camino de tierra de nuestra una vez segunda casa y presente vivienda principal exclusiva, las razonas por las que debería eliminar de mi mente a Justin continuaron apilándose en una montaña que era incapaz de escalar. Sabía por qué no debería tener nada que ver con él y todo tenía sentido, pero lo que carecía de sentido me importaba un bledo. Algo estaba luchando, diciéndole a mis intestinos que tomara una caminata. Algo quería a Justin Bieber en mi vida, sin importar las consecuencias o el resultado.

Y lo que sea que fuese eso, me gustaba.

Clash - Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora